lunes, 25 de septiembre de 2017

Correr a cuatro patas

Mi hermano Alfonso y yo siempre hemos sido rápidos y ágiles. En la academia de judo dejábamos estupefactos a todos porque éramos los más veloces corriendo a cuatro patas. Nos resultaba tan sumamente fácil correr así que no entendíamos que los demás fueran tan torpones.

También éramos muy buenos girando el brazo como una hélice. Llegaba un momento en que parecía que teníamos diez brazos en vez de uno.

Este verano en la playa quise impresionar corriendo a cuatro patas. ¡Y vaya que los impresioné! Pero desde entonces tengo la muñeca dislocada.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Infantilina

Yo pasé de niño una depresión infantil que me obligaba a confesar con pelos y señales a mis padres el más recóndito e inconfesable de mis pensamientos. Si no, no me quedaba tranquilo. ¡Lo que mis padres sufrieron conmigo y la paciencia y el cariño con que me trataron!

Esa manía de contar todos mis pensamientos la he achacado siempre a mi natural escrupuloso hasta que un psiquiatra me ha explicado que eso es habitual en las depresiones infantiles. Yo tenía una sed de pureza más grande que yo mismo y necesitaba matar mis demonios echándolos fuera. Esos demonios los alimentaba el ambiente enrarecido de mi clase, que prefiero no contar aquí, mientras el maestro, un viudo depresivo, no se coscaba.

Si se pudiese concentrar en una pastilla las ganas de vivir y de ser feliz que tiene un niño a pesar de sus demonios y el acoso de su clase, podríamos curar todas las depresiones, aunque sean de caballo.

Ahora lo llaman resiliencia.

Y lo que son las cosas: hoy me he dado cuenta de que esa sinceridad en que sin querer  me ejercité de niño me ha venido de perlas en muchas circunstancias de mi vida. ¡La de cosas que uno aprende de sí mismo con el tiempo! ¡Y lo que nos queda!

lunes, 11 de septiembre de 2017

Gracias, Orosia

Muchas veces he buscado la manera de dar las gracias a Orosia, la profesora que, sin conocerme apenas de nada, me salvó el pellejo una noche en un pueblo de Jaén cuyo nombre ni recuerdo.

Resulta que calculé mal los horarios y cuando me monté en el autobús creyendo que iba a Jaén, me enteré de que me dejaba en un pueblo de la provincia, cuando he aquí que se sentó a mi lado Orosia, a quien conocía de un curso de educación sexual del CEP de Jaén para profesores.

Una de las actividades del curso consistió en que yo tenía que defender ante un grupo de mujeres la superioridad del sexo masculino y sus genitales frente al femenino. Los argumentos que, con tal de resultar convincente, di en ese momento hoy me habrían llevado al paredón. Pero Orosia, que fue quien los tuvo que soportar, no me lo tuvo en cuenta cuando me encontró en el autobús. Antes bien, viendo que el autobús me iba a soltar de madrugada en un pueblo desconocido y pequeño, me ofreció una habitación de su piso para pasar la noche, y así me salvó de andar errabundo por un pueblo dormido y cerrado hasta el amanecer.

Siempre he pensado que no le agradecí lo bastante gesto tan noble y desinteresado y, como no tengo manera de encontrarla, se lo agradezco desde esta atalaya de la Interred por si me oye desde algún lugar. Y esto es lo que le digo:

Orosia, amiga, nunca fue caballero de damas tan bien servido. Recibid mi beso, mi gratitud y mis oraciones. En mi próximo libro de poesía os dedico un poema.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Donde abro otra vez la casa y leo dos poemas

Me alegro mucho de volver a esta casa donde con gusto recibo al caminante internáutico. Todos son bienvenidos, pero especialmente quien venga con el corazón en la mano, los pies en el suelo y los ojos mirando a las estrellas. In terra pedes, ad sidera visus. Pero, vamos, que si alguien tiene los pies en el cielo y la cabeza en la tierra, también lo recibiré muy bien.

De todas las cosas que me propuse hacer en verano no he hecho ni la mitad. Por ejemplo, no he subido al Jabalcuza ni he compuesto la canción, aunque sí el poema a mi ángel.

Eso sí, he terminado mi novela y ahora la estoy revisando. Qué largas son las novelas y qué corta es la vida.

Clasificando los libros de mi biblioteca este verano, me he dado cuenta de que me moriré sin leerlos todos.

Aquí podréis oírme dos poemas de mi libro de poesía A merced de los pájaros. Los recoge un blog muy recomendable de poesía recitada por poetas de toda España y ahora reunidos en archivos sonoros a disposición de quien quiera oírlos. Tengo el gusto y el honor de estar entre ellos.



Con esos dos poemas inauguro el curso.

Espero que empecéis el vuestro radiantes de sol, cervezas, amor y poder.

Un abrazo grande a todos.