viernes, 15 de enero de 2016

Moriré no sé qué año, pero a finales de febrero

Contra lo que se suele decir, el 25 de diciembre se escogió como fecha del nacimiento de Cristo no para asimilar una fiesta solar pagana, sino porque existía la tradición de que la fecha de la muerte es la misma que la de la concepción y, si Cristo murió en abril, tuvo que ser concebido en diciembre. Aquí la explicación.

Según eso, yo, que nací el 23 de noviembre, moriré a finales de febrero, ojalá no el de este este año, porque me quedan muchas cosas aún por hacer.

Ya sé que no sabemos el día ni la hora. Pero estaré atento cada vez que venga febrero.

Por cierto, lanzo al aire una propuesta de una chica de catorce años y que me parece la mar de interesante: que los 29 de febrero de cada año bisiesto sean hiperfestivos y que toda la Humanidad celebre su existencia, desde que empiece el día hasta que termine.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi padre nació en Noviembre, y murió en Diciembre. O sea, que no funciona.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Se ve que lo más seguro es eso de que "no sabemos ni el día ni la hora". Aun así, sigue siendo una venerable tradición que, en el caso de la muerte de mi padre, sí que se ha cumplido.

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
¡Espero que no se cumplan esas operaciones matemáticas!
25 neutonios vivientes.