sábado, 30 de enero de 2016

Carta a Eloy Sánchez Rosillo

Querido Eloy:

 Me leí estas navidades tu hermoso libro de poemas Quién lo diría porque me lo recomendó vivamente José Julio Cabanillas y quería felicitarte. Aunque solo te conozco de leerte, con pocos poetas siento tanta comunión espiritual como contigo, porque a mí el impulso poético también me lleva a agradecer, a maravillarme y a cantar y celebrar. Tú lo haces con una sencillez abrumadora, como si lo maravillosas que son las cosas te lo estuviese diciendo al oído. Se respira en tus poemas el aire de los primeros días, cuando el mundo, como en Homero, era humano y las estrellas y la luna, la luz, el río, el aire tenían tentaciones, intenciones, antojos, gestos, detalles, y todo eso dicho con una voz celebradora al amor de la lumbre y de las estrellas y con una puerta abierta al mundo místico de lo invisible, aunque la voz del poeta no se atreve a atravesarla del todo, quizá porque es demasiado intensa la luz. En ti poeta y profeta es lo mismo: poeta porque encuentras la belleza escondida y profeta porque la revelas como una gran verdad.

Gracias por revelaciones como esta.

Símbolos
Que una luz tan terrible y poderosa,
tan toda en llamas sin contradicciones
como la de esta tarde de agosto, al fin dé muestras
de fatiga y desánimo, es algo que nos dice
de una manera misteriosa y tácita,
y a través de unos símbolos hermosos,
que hay piedad en el mundo, compasión,
que nada es para siempre, para siempre,
y que al cabo la noche llegará a socorrernos
con la indulgencia de sus paños húmedos.

jueves, 28 de enero de 2016

Bailarinas tartesias

No hubo un momento de mi vida en que yo tomase la decisión de ser escritor. Lo que sí hay en mi memoria momentos en que mi vida pendía literalmente de la literatura. Me recuerdo a medianoche, con veinte años, escribiendo unas coplas a una bailarina tartesia bajo la luna, que eran malísimas, pero que en aquel momento me salvaban de la desesperación y eran mías y las escribía con una necesidad espiritual y biológica donde vibraba lo más genuino de mí, aunque yo no había visto a ninguna bailarina tartesia en mi vida.

Sin esas coplas yo habría dejado de ser quien soy. Cuando me dicen que escribir me priva de vivir, siempre pienso que sigo vivo gracias a que escribo. ¡La cantidad de estrellas que he visitado gracias a la escritura! ¡La cantidad de demonios que he matado a lápiz limpio!

Si alguna vez te enamoras de un poeta, recuerda a qué criatura solitaria, obsesiva y necesitada de amor y, a la vez, de soledad y de estrellas quieres consagrar lo más bello y puro de ti.

miércoles, 27 de enero de 2016

En el metro

Seis años fueron novios y más años hace que rompieron, cuando, de pronto, se encuentran en el metro.

-Yo creí que te habías muerto –dijo ella-. Como siempre decías que morirías joven...

-Pues estoy vivo y solo.

-Y yo, porque no encuentro a nadie que me aguante. Pero no me quiero morir sin decirte que eres el único hombre que he amado.

-¿Nos tomamos un café?

Y ya son novios otra vez. Desde entonces en el metro ella se encuentra con gente que le alegra el día.

Lo importante del metro no es adónde te lleva, sino a quién te presenta.

miércoles, 20 de enero de 2016

El día en que me hice el longui

Nunca olvidaré el día en que un alumno me dijo durante un examen de filosofía:

-Profesor, que no me acuerdo bien del título del libro de Nietzsche.

Yo le dije:

-Es algo de Zaratustra.

-Ah sí.

 Y se puso muy contento. Cuál fue mi sorpresa cuando al corregir mi examen me encontré con el siguiente título: Zaratustra dijo hacin

Al día siguiente le dije.

-Has batido el récord: una palabra de tres letras la has escrito con cuatro faltas de ortografía. Solo la “a” está bien.

Este alumno repitió el curso con mi asignatura y otra más en segundo de bachillerato. Al año siguiente repitió solo con la mía. Me enteré, con el tiempo, de que era huérfano de madre y que tenía a su padre inválido en la cama y que él era el mayor de sus hermanos. Suspendió en junio (apenas venía a clase) y, entonces, en septiembre le hice el examen a él solo. Y he aquí que, para mi disgusto, vi cómo debajo de las piernas tenía una chuleta. Y me pasé durante todo el examen agobiado sin saber qué hacer: ¿le digo que me entregue la chuleta y lo suspendo otra vez y lo condeno a seguir un año sin el título o bien hago la vista gorda?

Decidí hacerme el longui. Pero, luego, todo el mundo al que le cuento esto me dice que debería al menos haberle hecho saber que me había dado cuenta de su engaño.

¿Qué habrías hecho tú?

lunes, 18 de enero de 2016

Los "de pronto" de los sueños

Fue el de anoche un sueño plácido, de gente amable y escenas cotidianas en la calle, donde hablábamos unos amigos o familiares mientras saludábamos a conocidos y vecinos que pasaban a nuestro lado. Había frente a nosotros un hombre sentado en un banco o de pie en un portal (eso no lo recuerdo bien) y, de pronto, en lo más apacible del sueño, sacó de no sé dónde un pedazo de pistola y disparó a un guardia civil que pasaba, también de pronto, en coche por la calle y lo mató y salió huyendo.

Que yo recuerde, el sueño terminó así.

Me desperté con la sensación de que el sueño era una premonición o un olvidado recuerdo del pasado, porque tenía todas las características de la realidad: escena cotidiana, sin elementos absurdos ni fantásticos y, de pronto, un elemento inesperado. Después tuve la sensación más bien de que el sueño lo había dirigido un director de cine y que había buscado ese efecto de sorpresa y que todo lo anterior no había sido sino el escenario necesario para el golpe final. Y ahora tengo la sensación de que el sueño, hurgando en el armario de mis miedos, no hace sino reflejar, de un modo que yo ni me esperaba, mi preocupación por la nueva era de terrorismo que según tantos agoreros nos espera durante este siglo.

Supongo que lo más sensato es pensar que en realidad el sueño lo ha elaborado sin ninguna intención mi subconsciente y que soy yo el que luego lo complica todo con las interpretaciones. Pero hay algo en los sueños tan vívido e incomunicable, que, como la poesía o lo sagrado, se resiste a la lógica de esas explicaciones. Ese maravilloso algo me mantiene agradablemente unido a un mundo místico de realidades invisibles y del cual me retira violentamente la vigilia.

viernes, 15 de enero de 2016

Moriré no sé qué año, pero a finales de febrero

Contra lo que se suele decir, el 25 de diciembre se escogió como fecha del nacimiento de Cristo no para asimilar una fiesta solar pagana, sino porque existía la tradición de que la fecha de la muerte es la misma que la de la concepción y, si Cristo murió en abril, tuvo que ser concebido en diciembre. Aquí la explicación.

Según eso, yo, que nací el 23 de noviembre, moriré a finales de febrero, ojalá no el de este este año, porque me quedan muchas cosas aún por hacer.

Ya sé que no sabemos el día ni la hora. Pero estaré atento cada vez que venga febrero.

Por cierto, lanzo al aire una propuesta de una chica de catorce años y que me parece la mar de interesante: que los 29 de febrero de cada año bisiesto sean hiperfestivos y que toda la Humanidad celebre su existencia, desde que empiece el día hasta que termine.

miércoles, 13 de enero de 2016

Café filosófico

Ayer, estuve en un café filosófico. Hablábamos del misterio, del hecho religioso, de la posible vinculación de la religión con la paz o la violencia, del descrédito que en general tiene en Europa lo religioso frente al prestigio que tiene en América... Me preguntaba yo si la indiferencia creciente del hombre actual a la religión y lo sagrado se debía al hecho de que, contra lo que nos ha hecho creer la  historia de la humanidad, no somos seres religiosos o naturalmente místicos o al hecho de que las circunstancias de la vida actual, llena de distracciones, placeres y efectos especiales, nos vampirizaban y nos restaban energías para lo trascendente; o si tal vez la pregunta no estaba bien formulada y habría que hacerse otra.

Pero he aquí que en la cafetería donde estábamos charlando comenzó a llegar mucha gente a ver el partido que ayer se jugó en Sevilla entre el Sevilla y el Betis. Y los filósofos estábamos justo debajo de la gran pantalla del televisor. Y nos tuvimos que ir sin poder resolver esa importante cuestión.

domingo, 10 de enero de 2016

El poema de la semana

Estar vivo y saberlo y ser además único y distinto de todo lo demás es la maravilla de las maravillas y hay que celebrarlo ahora que comienza el año. Me hizo caer en la cuenta de ello el otro día una compañera de trabajo.

Os invito a celebrarlo con este maravilloso poema que, con toda la sencillez del mundo, nos contagia de su estupor, su gratitud y su belleza.

ESTE DÍA TAN ÚNICO
Qué raro ser yo hoy
el que escucha y distingue,
el que mira las cosas y las une,
quien está en el secreto
de este día tan único.
Oigo crecer la hierba,
oigo rodar la tierra por el cielo.
¿Por qué yo?, me pregunto. Qué extrañeza.
No sé cómo ha ocurrido.
Caminaba deprisa. Me detuve
y comprendí. Y este saber me excede.

(De Quién lo diría, de Eloy Sánchez Rosillo)

jueves, 7 de enero de 2016

Mi mejor regalo de Reyes Magos

A la escalera plegable de toda la vida, la que se usa en el huerto para alcanzar las mandarinas más altas y los aguacates más recónditos, se le doblaron de pronto e inexplicablemente las patas la mañana de Reyes cuando estaba yo subido en el último peldaño a más de dos metros del suelo y caí aparatosamente de espaldas y espanté a los gatos y los pájaros. El blando lecho de hojas caídas y húmedas del aguacate amortiguó el golpe y me salvó del descoyuntamiento y mi ángel me salvó del desnucamiento contra el muro de piedra.

Me quedé en el suelo, estupefacto de estar sano y salvo.

Sin duda ese ha sido mi mejor regalo de Reyes Magos. Llamarse Epifanio de segundo nombre tiene que tener alguna ventaja.