lunes, 23 de marzo de 2015

El ateo militante

Se pasea por las calles de Sevilla un ateo militante con diferentes pancartas: "Si rezar sirviera de algo, no harían falta médicos" o "El ratoncito Pérez, los Reyes Magos y Dios no existen"o algo así como "Si suspendemos a Dios, subimos a ciencias". .

Siempre he pensado que defender lo que uno cree bueno es una actitud más noble y persuasiva que criticar lo que uno cree malo. "Por una piel limpia y saludable" es un lema mejor que "No al piercing". Pero esta es una postura que este ateo militante no puede adoptar, porque su postura no consiste en la afirmación de algo bueno, sino en la negación de algo que considera malo y por eso ni persuade al creyente ni suscita la simpatía del ateo.

Dedicar tanto tiempo y tantas pancartas a destruir una idea que a la gente la ayuda a ser buena y feliz no es una tarea muy encomiable. Supongo que él justificará su propaganda porque considerará que la idea de Dios nace de la ignorancia y da como fruto el fanatismo y las guerras. Pero entonces parece olvidar que cualquier idea puede servir para eso: el ateísmo mismo  ha justificado muy bien y mejor que nadie las guerras y las matanzas en el siglo XX. Por tanto, no es culpa de la idea de Dios el fanatismo, sino de la maldad humana que se vale de cualesquiera ideas para justificar sus crímenes.

Los lemas del tal ateo pecan de reduccionismo, cientifismo y, sobre todo, grosería y petulancia: reduccionismo porque parecen reducir lo real a lo material: en su concepción del mundo no cabe la posibilidad de lo espiritual o lo sagrado; cientifismo porque parece considerar que solo la ciencia tiene el patrimonio de decir y saber la verdad; grosería porque mete en el mismo saco al ratoncito Pérez y a Dios, como si estuvieran en el mismo nivel, y así olvida que, si los filósofos se han planteado seriamente la existencia de Dios y no la del ratoncito Pérez, será por algo; en cuanto a los Reyes Magos, no solo fueron reales, sino que, en cierto modo, son más reales que todos los personajes históricos que yacen en los libros de historia. Y petulancia porque se parece al aguafiestas que les dice a los náufragos: "Desengañaos: estamos solos en esta isla y nadie vendrá jamás a rescatarnos de ella". ¿Qué sabrá él de lo que hay más allá de esta isla que es nuestro cosmos?

viernes, 20 de marzo de 2015

Lo que me ha pasado con el Gran Poder

Ayer fui de excursión con mis alumnos a ver el Museo Arqueológico y algunas iglesias de Sevilla. Y he aquí que pasamos por el Gran Poder. Un compañero nos dijo que, según es tradición, el Señor de Sevilla concede lo que uno le pide, pero a cambio de otra cosa que cuesta, pero que uno puede dar.

Yo besé el talón del Gran Poder y le pedí dos cosas y, nada más salir del templo, me llaman por teléfono para darme una estupenda noticia que era ni más ni menos el cumplimiento de la primera de mis peticiones. Me quedé literalmente atónito y sin palabras.

¡Gran Poder, qué gentileza y rapidez la tuya! ¡Cuánto me debes querer para atender a una súplica que era más bien egoísta y poco espiritual, pero que deseaba tanto!

Y ahora estoy intrigado (y preocupado) por lo que me pedirá a cambio y espero dárselo con la misma alegría y presteza que él para bendecir con mi dádiva a quien más lo necesite.

Y, para que conste en mi cuaderno de bitácora este merced milagrosa y personal que el Señor del Gran Poder me ha hecho, firma aquí Jesús Cotta Lobato, agradecido no sabéis cuánto.

martes, 17 de marzo de 2015

Sobre cómo enseñar a los hijos a desobedecer a veces ciertas normas

Una niña está en sexto de primaria, pero, dado que las compañeras de clase ya solo piensan en el móvil y en su perfil y en cuántos centímetros de pierna pueden enseñar subiéndose la falda, ella, que quiere seguir jugando, se va con los niños de cuarto de primaria a jugar al fútbol. Pero he aquí que en su colegio hay varios patios distintos: los de cuarto van a un patio y los de sexto a otro.

Hija: Papá, mis amigos están en otro patio y no me puedo ir con ellos porque está prohibido.
Padre: No pasa nada, hija mía. Tú vete con ellos al otro patio. Nadie te va a decir nada.
Hija: ¡Sí, mis compañeros se van a chivar y los profes me van a castigar por estar en el patio que no me corresponde!
Padre: Eso no va a pasar, hija. 

Y la hija hizo caso al padre y se lo pasó bomba jugando al fútbol con los niños de cuarto. Pero he aquí que algún alumno se chivó a los profes.

Hija: ¡Papá, se han chivado y ya no puedo ir al patio! Me van a castigar.
Padre: Hija, no te preocupes. Ningún profe te va a castigar. El profe hará la vista gorda, porque no estás haciendo nada malo.

Y, en efecto, la niña siguió jugando en el patio de los de cuarto.
Mas he aquí que un mal día un niño de cuarto se cayó al suelo jugando al fútbol y entonces el director dio un golpe en la mesa y ordenó que a partir de ahora se acabaron los trasvases de niños en los patios.

Hija: Papá, ¡el dire se ha enfadado y ha prohibido que vayamos al patio de otros cursos!
Padre: Entonces, espérate dos o tres días sin ir al patio de los de cuarto y, luego, vuelves con tus amigos. Así es como se hace.

Olé.Tal como pasó lo cuento. Eso es educar: no hay que convertir al hijo en un héroe ni enfrentarlo al poder, pero sí hay que enseñarle que no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. 

Como siempre, Cristo dio en la diana.

viernes, 13 de marzo de 2015

Consejo de estilo

Un error frecuente en que incurren algunos ensayistas, escritores técnicos y, sobre todo, políticos, consiste en preferir la expresión nominal a la verbal, como si decir, por ejemplo, “La utilización de conceptualizaciones propias de la escuela marxista en el programa político de nuestro partido no implica la admisión del partido de los postulados marxistas” fuera más científico que decir simple y llanamente, como pide la preferencia del español por lo verbal, “En el programa del partido usamos a veces términos marxistas, pero eso no significa que lo seamos”.

Ese lenguaje nominal sin acción ninguna es propio de pensamientos poco dinámicos que creen que la ciencia consiste en meras equivalencias entre conceptos, cuando, en realidad, a mi modo de ver, los conceptos en nuestra boca deben parecer tan vivos como las cosas reales y se relacionan entre sí de modo tan variado como las cosas con las cosas: relaciones de dominación, de sumisión, de temporalidad, de simpatía, de enfrentamiento, de choque, de explosión… Las relaciones entre conceptos requieren expresión verbal y viva y no esa mera nominalidad que esconde muchas veces vacuidad conceptual.

Y aquí me entrevista Mario Noya en es.radio acerca de Rosas de plomo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Una cierva

Recuerdo una excursión a Cazorla. Ya no había carreteras ni caminos. Sólo monte y bosque. Dormimos bajo un roble negro y centenario e hicimos oración al borde de un abismo desde el que contemplábamos águilas y ciervos.

Sin embargo, por razones que no vienen al caso, no estaba yo contento. Pero la Sierras me tenía deparada una sorpresa.

Era yo recién adolescente y me aventuraba por un camino de maleza cuando siento a mi lado un rumor y me encuentro a un palmo de distancia a una cierva que durante unos instantes me tomó por un árbol, hasta que me moví y se asustó y huyó, cómo lo diría, azorada y tremenda.

Nunca he visto un animal más delicada y fabuloso que aquella cierva delicada que me convirtió en poeta para siempre.

lunes, 9 de marzo de 2015

Mis alumnos os regalan nuevas palabras

Por favor, utilizadlas por ahí, para que se vayan extendiendo por el ancho mundo.

Andrómeda
-Logofagia: comerse palabras. Vg: "Cuando me emborracho, me pongo logofágico"

Políxena
-Disofía: dificultad para el conocimiento. Vg: "El porro produce disofía"
-Hipofonía: sonido de caballo. Vg.: "Más que cantar, este cantante emite sonidos hipofónicos" 

Deméter
-Logómetro: aparato para medir palabras. Vg.: "No sé cuántas sílabas tiene esta palabra. Voy a sacar el logómetro" 

Clío
-Trisónimo: que tiene tres nombres. Vg: "Soy trisónimo, como los reyes"
-Disonimia: dificultad para los nombres. Vg: "¿Cómo te llamabas: Juan o Julián? Es que soy disónimo"
-Logorrea: chorro de palabras. Vg.: "Eres un cotilla logorreico y me estás poniendo la cabeza como un bombo"

Fedra
-Bioteísmo: creencia según la cual la vida es sagrada. Vg.: "¡No mates ese mosquito! Según el bioteísmo, él tiene derecho a tu sangre"
-Hiponomía: ley del caballo. Vg.: "No regañes a tu caballo por hacer sus necesidades en el jardín. Según la hiponomía, ha actuado como debe"
-Cronorrea: pérdida de tiempo. Vg: "No me gustan los juegos de ordenador, porque me producen cronorrea"

jueves, 5 de marzo de 2015

Donde el bloguero cuenta cómo durante un minuto de su vida pensó que estaba en el ultramundo

Una madrugada me despertó un estruendo ensordecedor. Los tímpanos me iban a reventar. Sólo he soportado un ruido igual cierta vez que subí con mi amigo Helmut a la Giralda y se pusieron a redoblar todas las campanas.

Estaba todo oscuro y yo no sabía dónde estaba. No puedo describir con palabras humanas la angustia de esos instantes: habría que inventarse un lenguaje más tenebroso. Yo no sabía qué hacer ni hacia dónde moverme, hasta que de pronto, palpándome el cuerpo por si me faltaba algo, comprobé que llevaba puestos los auriculares. Me los arranqué como quien se quita un bicho de la cabeza y caí en la cuenta de que estaba en mi casa, dormido en el salón con el balcón abierto para que me diera el fresco y que seguramente durante el sueño le había dado sin querer al volumen al máximo.

Dicho así parece poco, pero el pasarlo fue mucho, que diría santa Teresa.

Ahora, cuando paso por ciertas angustias que me parecen insoportables, me da por pensar que, cuando sea muy viejo, me parecerán tan tontas como la angustia de los auriculares, porque me faltaba el punto de vista adecuado para poder relativizarlas. Pero, mientras tanto, hala, a sufrir, por ejemplo, cuando tengo que hablar con alguien en privado para decirle algo que me da una vergüenza atroz o cuando me tengo que enfrentar a cierta persona a la que no sé cómo tratar o cuando, y esto es lo que más me cuesta, le tengo que decir a alguien que no. Entonces, la angustia me impide la alegría hasta que el asunto se resuelve o se cae solito.

Cuando lo paso tan mal, voy pidiéndole consejo a todo el mundo y todo el mundo me dice que no es para tanto. Y yo sé que tienen razón, pero ¿no me la podrían dar en pastillas?

lunes, 2 de marzo de 2015

No se hizo el hombre para la ideología

Hay personas parasitadas por la ideología y otras que la circunscriben, más o menos, al ámbito de sus opiniones políticas. Me gustan más las segundas que las primeras.

Las primeras, los ideólogos, se llevan la ideología a la calle, a la casa, a la cama y, si son escritores, a la pluma. Cuando un escritor escribe para la Causa, entonces su literatura es un panfleto, a no ser que sea un escritor maravilloso que convierte en oro cuanto toca. Pero, en ese caso, su literatura es buena no por ser política y comprometida, sino a pesar de serlo.

Entre los segundos, entre los que utilizan la ideología sin dejarse usar por ella, hay más libertad y es posible entablar amistades dispares. Ese es mi sitio, sí señor.

Para quien guste, aquí me entrevista sobre Rosas de plomo Carlos Herrera, que, como siempre, sabe sacarle mucho partido a los entrevistados. A él mi gratitud y toda mi simpatía.