lunes, 31 de marzo de 2014

La ideologitis

En las películas hay buenos y malos y en las guerras reales la cosa se complica. A Buenaventura Durruti, el famoso anarquista, lo mató, según algunas versiones, una bala comunista. Y a su hermano Marciano Pedro, falangista, lo fusilaron los propios falangistas. El presidente republicano Negrín tenía un hermano monje, a quien ayudó a escapar de la persecución religiosa perpetrada por el bando que él presidía. Los hermanos Machado quedaron convertidos en supuestos enemigos porque cayeron en bandos enfrentados, pero los diferentes no eran ellos, sino los bandos. De las hermanas Constancia y Marichu de la Mora, nietas del político alfonsino Antonio Maura, la primera se hizo comunista y la segunda falangista. El pintor José María Sert había colaborado con la República hasta que en el 36 los incendiarios quemaron la catedral de Vic, que él había decorado con murales, y mataron al canónigo de la catedral, amigo suyo. Del bando nacional huyó el muy católico Falla y del bando republicano el muy liberal Juan Ramón.

Una guerra así no se puede despachar con la simpleza de dos bandos, uno bueno y otro malo, un maniqueísmo que es el objetivo de la mirada ideológica que nos aqueja. En las discusiones acerca de la Guerra Civil es habitual que un contertulio sentencie: “En ambos bandos se cometieron atrocidades”, para luego añadir un “pero tal bando fue peor porque...”. La primera afirmación, por muy tópica que suene, es una concesión a la verdad; pero si es el preámbulo de la segunda afirmación, su función no es hacer honor a la verdad, sino una concesión a la ideología; ahí habla ya el ideólogo, que no busca la verdad, sino tener la razón. Es el mal de la ideologitis, que consiste en sustituir la moral por la política, en juzgar la bondad o maldad de los demás con criterios ideológicos y no éticos, en creer que los que defienden ciertas posturas políticas tienen que ser malas personas. Es el mal de quien nos retira la palabra o la simpatía cuando se entera de que hemos votado al partido equivocado.

Cuidado con el ideólogo, sobre todo si tiene el poder.

viernes, 28 de marzo de 2014

Diez tipos de hombres poco recomendables

Animo a los padres que tengan hijas a leer este artículo donde un autor norteamericano protestante indica cuáles son los diez tipos de hombres con quiénes una chica cristiana no se debe casar. Creo que todo lo que dice es aplicable a las católicas y casi todo a las no cristianas. Mi única duda es respecto al tipo uno, porque conozco una pareja en la que él no cree y ella sí y les va la mar de bien. Aquí está.

Además, quien quiera leer mi artículo "El problema de la izquierda radical", lo tiene en el Cotidiano.

martes, 25 de marzo de 2014

Aforismos

1. Hay remedios para todas las dolencias, pero hay que encontrarlos.

2. De los retoques del cirujano plástico te puedes arrepentir, porque los has elegido tú. De los que te dieron tus padres, no.

3. Hay algo peor que hacer el mal: decir que lo malo es bueno.

4. Los derechos no se crean. Son los que son, porque el hombre es lo que es.

5. Eros es el amor de Dios a nuestros cuerpos.

6. Engendrar es obligar a Dios a crear un alma y un ángel de la guarda. Es nuestro mayor poder.

7. Llamamos azar al orden de Dios que no entendemos.

8. El universo te ha engendrado para que lo heredes.

9.  Finja o no el poeta, el poema no puede ser fingido.

10. Si solo tienes un talento, tienes más obligación de hacerlo rendir que el que tiene diez.

jueves, 20 de marzo de 2014

Mi bienvenida a las golondrinas

Hoy comienza la primavera y quiero dar la bienvenida a las golondrinas con este poema mío de Menos la luna y yo. Las golondrinas eran muy queridas de mi padre y a él me recuerdan.

Y aprovecho para dar las gracias por los elogios del también poeta Antonio Montes a mi poesía en su estupendo blog, que recomiendo. No hay falsa modestia en lo que voy a decir: os aseguro que los mejores poemas son los más inspirados, es decir, aquellos en lo que yo puse menos y Eros y el Espíritu pusieron más.


Loco de amor perdido estaba Dios
cuando se le ocurrió la golondrina.
Cómo tembló cuando la echó a volar.
Y cómo vuela desde entonces. Mírala.

Mira la gracia remontar el vuelo,
lanzarse al sol, pastorear la brisa,
rasgar el vendaval con alas negras,
el pecho rojo de quitar espinas.

Audacia favorita de los vientos,
acrobacia nocturna en pleno día,
golondrina de Dios, yo te celebro,
porque eres la cometa de mi vida,
llevaste al cielo el alma de mi padre
y un día llevarás también la mía.

lunes, 17 de marzo de 2014

Hablar con propiedad

1. Versión poética:
Luego de yacer con cierto príncipe, la afanosa cortesana reclinóse en el diván para tomar un refrigerio de esencias ibéricas.

2. Versión políticamente correcta:
La trabajadora sexual, tras realizar cierto servicio a un ciudadano de clase alta, se tumbó en decúbito supino en los sillones acomodados a tal efecto para las trabajadoras en su correspondiente segmento de descanso laboral.

3. Versión misteriosa:
Cierta mujer de cierta profesión atendió en cierta cuestión a cierto señor y se tumbó en cierto sitio a tomar cierto alimento de cierto animal.

4. Versión creativa:
Tras atender al magnatario, la altareada prostiputa se tumbó en el camapé para saborear un camapé de sabrosada.

jueves, 13 de marzo de 2014

Jenofonte, vacas y vampiros

Ayer, traduciendo en clase  la Anábasis de Jenofonte, mis alumnos se encontraron en una frase las palabras "griegos", "alimentar" y "rebaños" e interpretaron, muy bucólicos ellos, que los griegos alimentaron a los rebaños, cuando en realidad era que los griegos, muertos de hambre como estaban en tierra extraña y acosados por enemigos, se alimentaron de los rebaños que habían podido robar. Quizá interpretaron eso porque los dibujitos animados que han visto de niños eran de frutas parlantes y animalitos muy buenos que no se comen a otros animalitos.

A veces me da por pensar que, si los vampiros hoy gustan tanto a los adolescentes, es por reacción a tanto descafeinamiento políticamente correcto en las lecturas y películas infantiles.

Por cierto, hoy, al sacar la bici municipal de una estación, se me cayó la bici y la bolsa de la compra al suelo y un muchacho me ayudó con una sonrisa a recogerlo todo. Era, además de amable y sonriente, muy guapo. La amabilidad de los desconocidos es el mejor argumento para creer en la Humanidad. Desde aquí quiero darle las gracias. He encendido una vela a la Virgen por él.

lunes, 10 de marzo de 2014

Ángeles, dáimones, valquirias

Mi devoción por los ángeles arranca de mi niñez. Me pareció una suerte increíble tener un ángel para mí solo. No me lo imaginaba como un angelote de Murillo, sino como un centurión alto, fuerte y viril o como un atleta, como el que lucha con Jacob en este cuadro de Sert. Ya me preguntaba si Dios lo había creado para mí expresamente o si ya había prestado servicio a otras personas antes que a mí. Al principio, me inclinaba más por esta segunda opción e incluso pensé escribir la historia de mi ángel desde que fue creado antes de la Gran Explosión hasta que recaló, de servicio en servicio, en mí. Pero luego me incliné por pensar que, cada vez que se producía una concepción, los seres humanos tenían el tremendo poder de obligar a Dios a darle al niño un alma y un ángel exclusivos. Me pareció para los hombres un gran poder y para Dios una gran debilidad. Ese es el punto débil de Dios: el amor que nos tiene.

Luego supe que Sócrates también habla de una voz divina que lo acompaña desde niño. Se refiere a su daimon. Sócrates tuvo felices intuiciones precristianas. La de los ángeles fue una de ellas.

También los guerreros germanos tenían sus valquirias.

Me gusta pensar que desde que el hombre es hombre no solo se ha sentido llamado al bien, sino además acompañado por él, hasta el punto de que el bien es una persona invisible que te acompaña, pero que no eres tú. Esa es la intuición del ángel.

Mi último descubrimiento ha sido el ángel custodio de España, en la iglesia de san José Obrero en Madrid. Se salvó de la quema en la Guerra Civil porque los incendiarios lo perdonaron por ser san José un obrero.

A ese ángel le pido que custodie España de mentirosos, sicarios, ladrones, renegados y que con sus músculos de centurión mate a los demonios que empiezan a campar por estas tierras.

lunes, 3 de marzo de 2014

¿Debemos intentar emparejar a nuestros amigos solteros?

La tradición lo avala.

No se trata de hacer de celestinos que cobran por juntar al pagador con la pretendida, se convengan o no, sino de favorecer que él y ella se conozcan, porque nosotros los conocemos bien y creemos que van a estar mejor juntos que solos. Eso sí, sin forzar la cosa, como quien no la quiere, como si el encuentro y nuestras presentaciones y el "fíjate qué casualidad: a él también le encanta Lisboa", en fin, como si todo eso hubiera sido fortuito, para que así la chispa surja como surgió entre Adán y Eva desnuditos e incompletos entre lirios altos como pinos.

Otra cuestión es nuestro grado de intervención, que puede ir del mero hecho de informar a ella de la existencia de un soltero muy apañado hasta la de organizar una fiesta en tu casa, sentarlos a comer juntos en la mesa y ponerlos a jugar a las prendecitas.

Es esta una cuestión que ha surgido durante una conversación con dos amigos míos que han preparado este fin de semana un encuentro, digamos, fortuito.

En fin, ¿qué opináis? ¿Es un deber o un entrometimiento el intentar emparejar a nuestros amigos solteros?