miércoles, 26 de junio de 2013

Feliz verano

Amigos, me retiro este verano a leer las novelas que me habéis recomendado, a contemplar estrellas por la noche, a trabajar en un proyecto ambicioso al que no sé decir que no, a escribir ideas para mi novela, a chapotear con siete niños en la piscina, a correr por el parque y a hacer dominadas, a intentar salir un poco de mí mismo y estar con la gente, charlar con ellos, interesarme por su mundo; me retiro, en fin, y solo ocasionalmente volveré a este cuaderno.

Gracias por vuestros consejos, vuestros comentarios, vuestra existencia.

Ahora os deseo a todos que este verano Eros y vuestros ángeles os coloreen las alas.

Y de noche os invito a entrar en mis sueños más agradables, que este verano van a ser de boda: las bodas de Camacho, las de Caná, las de Cadmo y Harmonía, las de Dioniso y Ariadna.

Bodas nocturnas, frescas y felices.

Ex corde,
Jesús Cotta

miércoles, 19 de junio de 2013

Por peteneras

1. Atención a la frasecita que le oí decir a un niño de tercero de ESO: “Si me queda solo una, mis padres me compran el Iphone 5; si me queda más de una, el Iphone 4”.

2. Yo no sabía que tenía miedo a tener una nariz en el pie hasta que me inventé la palabra PODORRINOFOBIA. Desde entonces estoy podorrinófobo perdido.

3. Urge inventar para calvos una peluca con ventosa de mucho flequillo de manera que cuando uno coma diga me la voy a quitar, que me molesta mucho el pelo. ¡Que se fastidien los melenudos, que no lo pueden hacer!

4. En el vestuario del gimnasio un hombre apaga el móvil bastante cabreado y nos dice: "Este es un autojerarca venido a menos que se cree que aún puede darnos órdenes. Y yo estoy ya muy mayor para que me las den".

5. Oigo en la radio una canción en cuyo estribillo una mujer repite machaconamente “Quiero hacerlo otra vez”. ¿A qué se refiere? ¿Al Camino de Santiago?

6. Diferencias entre hombres y mujeres: las mujeres se acuerdan de quién regaló qué a quién, cuándo y por qué. Los hombres ninguna de esas seis cosas. En la casa los pies le huelen a él, no a ella. Además, si alguien en el autobús se tira un pedo, casi todos sospechan de los hombres, no de las mujeres.

7. El jefe ha ido a comer a su propio restaurante. Los camareros jóvenes le sacan la mejor vajilla, pero el camarero más viejo la cambia por la descascarillada para que se entere de cómo anda realmente el negocio.

8. El profesor llama canalla a un alumno por haberse vengado cruelmente de otro. El padre del alumno va a quejarse de que el profe ha insultado a su hijo. El profe le responde con un par: “Alguien, ya que usted no lo hace, le tiene que decir la verdad a su hijo”.

9. Por cada diez paraguas del paragüero ocho están desarmados, pero uno nunca los tira. Lo mismo pasa con los bolígrafos.

10. Cierto actor decía: "Yo no quier ir al cielo, sino al al infierno con las putas y los borrachos". Pero ¿quién le ha dicho a usted que las putas y los borrachos van a estar en el infierno?".

lunes, 17 de junio de 2013

Ideologías y nombres de calles

La gente ideologizada, o sea, la que considera que los que no profesan la ideología correcta son tontos o son malos, valora a los demás por su ideología, no por su valía, su trayectoria o por ser sencillamente personas. 

Eso explica el afán de la actual Ley de Memoria Histórica, que es un claro ejemplo de ley ideologizada, por borrar del callejero todo nombre de persona relacionada con el régimen franquista o la sublevación militar. Franco hacía lo mismo, en su afán de borrar las huellas de la República vencida. Pero la diferencia es que, mientras que Franco intentaba perpetuar la España vencedora, la democracia actual surgió del deseo de tratar por igual a todos los españoles. Que Franco hiciera distingos está muy mal, pero que lo haga la democracia es lo peor.

En vez de dar a una calle el nombre de una persona cuyos actos fueran encomiables, el ideólogo acaba poniendo el nombre de una persona cuya adscripción ideológica fuera la correcta. Y así, por poner un ejemplo, la actual calle de Bartolomé de Medina en Sevilla se llamaba hasta el 2011 Capitán Vigueras, hasta que el anterior ayuntamiento, en contra del clamor de los vecinos, decidió cambiarle el nombre, porque el ayuntamiento, muy listo él, había averiguado algo que ni los vecinos de la calle sabían: que el capitán Vigueras era  un capitán joven y poeta que murió durante el traslado de soldados en aviones desde África a la Península tras el alzamiento. Si hubiera sido un capitán del ejército republicano, el ayuntamiento habría mantenido su nombre en la calle. 

¡Ay qué hartitos estamos en España de ideólogos, que consideran bueno no al que es buen amigo, buen padre, buen amante, buen profesional, sino al que es de su cuerda! A este se lo perdonan todo; al otro, por más bueno que sea, nada.

jueves, 13 de junio de 2013

Tú puedes, león

El otro día en el gimnasio, había tan poca gente, que Fernando, uno de los monitores, me llevó a una sala y me dirigió una sesión de calentamiento, porque sí, porque le apetecía. Él daba las órdenes como un capitán y yo cumplía como un soldado. “Tráete la cama elástica”, “Pon doce discos en el suelo”, “Anda hacia atrás”, “Salta”... Y para que no flaqueara me jaleaba con palabras del tipo: “¡Vamos, león, león, león, toca ahí, hasta el fondo, dale caña, bravo, otra, impresionante, Jesús, rápido, rápido, león, león, león!”.

Si yo fuera rico, lo contrataría para mí todos los días. Acabé reventado, pero feliz. Rinde uno más si lo alientan.

Este Fernando, además, tiene para cada persona una palabra amable. A mí me dijo el otro día que iba elegantísimo. Las chicas están encantadas con él, porque no es un adulador, sino que tiene ese don, que también tenía mi padre, de resaltar lo bueno de cada cual en cada momento, con sinceridad y con gracia. ¡Gusta tanto que nos echen un piropo! Anda, piropead un poco, pero no solo a los cuerpos, sino también a las personas. Con eso ganaréis puntos ante la gente y, encima, la haréis feliz.

sábado, 8 de junio de 2013

La gran pregunta

Digan lo que digan los demás, los filósofos, la presión social, la religión, la ley, la tradición, los consejos de los amigos, al final uno acaba actuando según su conciencia. Esta es el último tribunal. Pero eso no significa que estemos actuando bien, porque Hitlercito y Stalincito también actuaron según su conciencia y, sin embargo, si algo tenemos claro es que actuaron mal.

Por tanto, la gran pregunta es: cuando uno no sabe si está actuando bien o cuando su conciencia le dice que haga una cosa, pero su fe religiosa, sus amigos, sus filósofos, le dicen que haga otra, ¿a quién debe seguir? Si sigue a su conciencia, ¿cómo puede saber que esta no es errónea? Y si la sigue contra lo que le dice su fe religiosa, la tradición, sus filósofos, los buenos amigos que lo quieren, ¿no es ya un acto de soberbia, una señal de que su conciencia es errónea? Pero, a la vez, ¿cómo va uno a violentar su propia conciencia cuando esta le dice claramente que lo que dicen todos a quienes uno estima y ama no es para él?

lunes, 3 de junio de 2013

¿Qué puedo leer este verano?

Amigos, recurro a vosotros porque me encuentro en una situación terrible (al menos para mí). Llevo tanto tiempo embarcado en proyectos académicos y encargos literarios, que ya solo leía lo que para ellos necesitaba leer. Me he hartado de ensayo y, cuando me hartaba de prosa, me escapaba un poco con la poesía. Pero ahora llega el verano y quiero leer novelas, buenas novelas. Me gustan clásicas y de acción, de intriga, de fantasía, de ciencia ficción, de distopía, juveniles, de aventuras. No me gustan romanticonas ni históricas ni bélicas. Pero a una buena novela se lo perdono todo.

Para que os hagáis una idea, el prototipo de novela que no me gusta es el Ulises de Joyce y cualquier novela con pretensiones. Y el prototipo que me gusta es Solaris de Lem y cualquier tipo de novela cuyo protagonista tenga algo peculiar y fascinante.

Os agradecería infinito que, si os pasáis por aquí, dejéis cada cual un consejo o dos. Yo me fío muchísimo de vuestro criterio, que hasta ahora nunca me ha defraudado.

Con vuestra lista me acercaré a mi librería y los encargaré para este verano y, cada vez que acabe uno, lanzaré al cielo un grito que llegará en sueños a quien me lo haya aconsejado.