lunes, 25 de marzo de 2013

Qué es poesía


En “me abrazó” y “se abrazó a mí”, el sujeto realiza la misma acción, pero en el primer caso para dar protección y cariño y en el segundo para recibirlos.

Pasa lo mismo por fuera, pero no por dentro.

Gotas de poesía en el lenguaje común y que el poeta convierte en perfume.

Poesía es que pase por fuera lo que pasaba solo por dentro.

martes, 19 de marzo de 2013

Gratias tibi ago, pater


Mi padre, si hubiera tenido un hijo varón más, habría conseguido en tiempos pasados lo que se llamaba hidalguía de braguetazo, que se otorgaba a quien engendrara siete machos. Pero, en fin, no le hacía falta la hidalguía: la tenía de nacimiento.

Algo de esa elegancia principesca suya heredé yo un día en que, siendo púber, discutí con él a grito pelado acerca de no sé qué cuestión moral en la que yo creía tener toda la razón. Me porté como un inquisidorcito, con esa seguridad adolescentoide consistente en verlo todo en blanco y negro, sin grises ni matices. Aún me duelen las estupideces que le dije. 

Al día siguiente, yo seguía enfadado y sin razón. Y él, que la tenía toda, me dio un beso como todas las mañanas y, por añadidura, un abrazo.

Así aprendí a dejar de ser un inquisorcito.

Gracias, papá.

sábado, 16 de marzo de 2013

Carl Honoré

El próximo miércoles 20 de  marzo, en la librería Beta Imperial de calle Sierpes de Sevilla, presento el libro La lentitud como método, de Carl Honoré, un canadiense que ha publicado tambiénElogio de la lentitud, que ha sido toda una revelación y todo un éxito.

He disfrutado mucho leyendo ese libro y será para mí un placer presentarlo, porque tiene la cualidad de alumbrar desde muchos puntos de vista y con mil ejemplos prácticos algo que estaba oscuro, algo que sabíamos pero que en este mundo apresurado de consumir y tirar, de cliquear, del síndrome del pulgar, habíamos olvidado.

Buen fin de semana a todos.

lunes, 11 de marzo de 2013

Va por ti, E.

Hace unos diez años, me tocó impartir en tercero de ESO una asignatura sin nota a unos alumnos que no querían estudiar ni ná. Eran catorce chicos y una chica. Un día les dije que les enseñaría a comerse una naranja con cuchillo y tenedor. En mi desesperación, yo les explicaba que, si se comían una naranja como príncipes, se enamorarían de ellos no esas verduleras gritonas que mastican chicle con la boca abierta, sino auténticas princesas, las que en realidad ellos estaban buscando.

Quedamos en que ellos traerían los cubiertos y los platos y yo las naranjas. Pero al día siguiente, por vergüenza o desidia, ninguno trajo los cubiertos. Solo los trajo la única chica de la clase, E.. Era encantadora y educada, tenía síndrome de Dawn y era la única que me atendía. Le pedí que se viniese conmigo a la mesa del profesor y nos pusimos los dos a cortar cada uno su naranja con cuchillo y tenedor.

Era última hora y hacía hambre y las naranjas eran las mejores del mercado y perfumaron el aula y abrían el apetito. Los chicos nos miraban a E. y a mí con envidia. 

-Maestro, ¿nos da una naranja?-me rogaron.

-NO -les dije-, porque no os habéis traído los cubiertos. ¿A que está estupenda, E?

Y ella asentía, contenta de estar haciéndolo bien. Y lo hacía realmente bien. Se comió la naranja con una elegancia principesca que ya quisiera yo para mí, sin soltar ningún chigate, como decimos en Málaga. Mientras que yo no pude evitar que el jugo de la naranja me encharcara el plato, ella dejó el plato limpio como una patena y con las mondas a un lado. Le puse un diez y ella se puso tan contenta que sacó su diario y lo consignó todo en él con su letra grande y redonda y me pidió que se lo firmara.

Se lo llevó al corazón. Ah, todavía recuerdo su rostro feliz, inocente, alegre, y se me hace un nudo en la garganta.

Va por ti, E.. mi alumna favorita, niña de mis ojos, que Dios te siga guardando.

viernes, 8 de marzo de 2013

¿Lo castigo o no lo castigo?

Pillé ayer a varios alumnos fumando en los servicios de mi insti. Pero solo vi a uno claramente tirando la colilla. Le dije: "Te he visto fumando y te voy a poner un parte de amonestación". 

Normalmente, ante esta amenaza, los alumnos juran por sus padres y toda su parentela que es mentira. Pero este alumno me desarmó:

-Sí, profesor, es cierto. No lo puedo negar. Haga lo que considere oportuno.

Así que me debato entre:

a) No ponerle el parte y decirle que lo pasaré por alto en la esperanza de que, igual que ha sido noble al reconocer su error y estar dispuesto al castigo, sea también noble para mantener el compromiso de no fumar más en los servicios donde el humo molesta a los demás, entre los cuales hay muchos niños.

b) Ponerle el parte a pesar de todo, porque, si ve que no lo castigan a pesar de haber sido descubierto, volverá a fumar en los servicios.

c) Olvidarme del asunto.

Si alguien lee esto y tiene a bien darme un consejo, se lo agradecería infinito.

Por cierto, he adoptado un cardenal aquí, para quien quiera participar en el cónclave.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Lucha contra mis propios prejuicios


El otro día en un restaurante oí a dos matrimonios hablar. Ellas llevaban abrigo de visón y ellos hablaban de caza. Uno de ellos tenía un refugio en la montaña y le encantaba la caza del jabalí. 

Sentí un rechazo inconsciente hacia ellos. Los vi como pijos, aburguesados, asesinos de animales... y me di cuenta de hasta qué punto los prejuicios dominantes del pensamiento fácil y el ecofanatismo me habían invadido los tuétanos. 

Así que comencé a verlos con otros ojos. Y me di cuenta de que a mí también me encantaría tener un refugio en la montaña, matar un bisonte y vestir a una mujer con su piel, eso sí, sin que lleve ninguna otra cosa debajo.

Entonces entendí mejor a aquellos hombres. ¡Qué subida de testo debe ser eso de matar a una bestia para vestir con ella a tu dama!

domingo, 3 de marzo de 2013

Nel mezzo del cammin


La desventaja de esta edad mía, la de taypico, es que los achaques apuntan. Aún no te impiden los excesos, pero te lo cobran más caro.

Pero la ventaja es mayor: sé más que antes, puedo más, tengo más, quiero más y, lo mejor, es que soy el mismo que fue concebido por amor y con libertad, aquel día feliz en que mis padres obligaron a Dios a darme un alma inmortal y un ángel de la guarda para siempre, siempre, siempre.