domingo, 7 de agosto de 2011

Entierro en un pueblo

Ha muerto sin saber quién era, pero lo sabían su madre y su hija, que lo quisieron y lo cuidaron hasta el final.

A él lo asocio a la etapa más feliz de mi vida: la infancia. Y el niño que aún soy por dentro ha rezado por él.

El entierro ha sido en la iglesia de Cártama, abarrotada. El cura, que venía de Taiwan, les dio a las dos mujeres las gracias por haber amado hasta el final.

El féretro lo llevaron a hombros seis nietos del deudo, jóvenes, altos y fuertes. Y lo han enterrado muy cerca de mi abuela.

Mientras sellaban el nicho, todos pensábamos que ese agujero nos esperaba también a nosotros.

No me disgusta pensarlo, si es allí, junto a los cipreses, apuntando al cielo, bajo la ermita de Cártama a la que me llevaron de niño.

6 comentarios:

Elías dijo...

Me alegro de tu vuelta, Jesús, aún con esta entrada ¿tan triste? Pensaba que te habían abducido por tierras de Castilla.

Abrazos.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Lamento la perdida de quien para tí debió ser alguien querido.
De todas formas que el "bujero" nos espere mucho Jesús, que tenemos que correr tú y andar yo.
Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Elías, me alegro mucho de saludarte. Estoy un poco desconectado de Internet últimamente. Un abrazo, amigo.

No cogé ventaja, sí, lo mismo digo. Ya que el bujero nos espera para siempre, que espere un poco.

María Cusí dijo...

"Quién de que aquí muramos se consterna
para vivir allá,
es que no concibe el refrigerio
de la lluvia eterna"
Cantar XIV Paraíso. Divina Comedia Dante Alighieri.
Un Saludo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Sefa, precisamente he comenzado a leerla este verano. Me acordaré de ti cuando llegue a esos versos. Feliz verano.

María Cusí dijo...

Gracias Jesús, igualmente.