lunes, 29 de noviembre de 2010

Nudismo

El otro día quería yo información sobre el budismo y mi subconsciente puso n en vez de b y me vi en una página de nudismo y, ya que estaba, eché un vistazo (os doy permiso para no creeros esta excusa).
La página estaba llena de artículos exaltando lo naturalísimo que era ir desnudo y cómo la sociedad judeocristiana, que por lo visto es mala malísima, nos ha llenado de complejos y prejuicios contra la desnudez natural. Luego alababan a los griegos y los polinesios y todas esas culturas donde ir en pelota no estaba tan mal visto.
Y eso me ha hecho pensar que, al menos en mi caso, cuando la desnudez es constante y natural, deja de ser misteriosa y excitante. Yo no asocio la desnudez a la naturalidad, sino al erotismo. Asociarla a la naturalidad me parece trivializarla.
No hay cosa que iguale y trivialice más a la gente que la desnudez común. Cuando la mili era obligatoria, obligaban a todos los pobres soldados a despelotarse para reducirlos a seres indefensos, a rosadas larvas desprotegidas. Es una manera de humillar. Lo mismo hacían los nazis con los judíos cuando iban a gasearlos. Sin embargo, la desnudez tapada por ropa y destapada en la penumbra o bajo un árbol frondoso es un regalo de Dios. Así que si ha sido el judeocristianismo el que nos ha invitado a taparnos, yo lo celebro, porque así da gusto destaparse. Si fuéramos siempre destapados, el gusto sería taparse y veríamos una esquimala embutida en piel de foca y nos pondríamos a cien.
Por otra parte, la desnudez no es inocente: muestra los mensajes eróticos sin tapujos. El vello púbico es señal de que estamos sexualmente maduros y la erección no se puede ocultar. Yo creo que Adán se puso una hoja de higuera precisamente para ocultar un poco sus deseos o por el gusto de ver la hoja de higuera levantarse.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Rómpeme, mátame

Antes se podían cantar más cosas y nadie te linchaba por eso. No había tanta censura ni autocensura.

Antes el tiempo y el sexo eran temas inocentes, de los que uno podía hablar cuando quería evitar rollos políticos. Ahora eres un capitalista canalla si no asocias el mal tiempo al cambio climático y ahora el sexo se ha convertido en un territorio con minas, donde hay que evitar muchos tabúes: nada de ir de macho, nada de posturas del misionero, nada de considerar al hombre y la mujer tan diferentes, nada...

Qué tristes, por Dios.

Aquí dejo un vídeo de una canción que me gusta, pero que hoy prohibirían.

martes, 23 de noviembre de 2010

He cumplido taypico años

Hoy he cumplido taypico años. El Corte Inglés me felicitó ayer. He llegado a ellos, gracias a Dios, sin excesivas depresiones, siempre con gente que me quiere y con ganas de seguir viviendo.

Y siempre que cumplo años, me acuerdo de los átomos.

A estas alturas de mi vida, supongo que los átomos que me componían al nacer no estarán ya en mi cuerpo, sino en una flor, en un ornitorrinco o en un recién nacido de Mombasa. Y no deja de asombrarme que exista una realidad inmaterial, no hecha de átomos, que soy yo, que manda recogerlos de los alimentos para reponer los que pierdo y seguir teniendo el soporte material que ahora está tecleando en el ordenata.

Soy una nube de átomos organizada que los va perdiendo y recogiendo en un planeta muy bonito y donde se pueden comer muchas cosas. Y de pronto, un día, la nube decidirá disolverse en la nada y entonces el que esto escribe ya no estará aquí.

Por favor, Dios de los espacios infinitos, te ruego que el dueño de la nube no desaparezca también, sino que lo reúnas con los ángeles para que pueda cuidar a otras nubes de átomos que no tengan quien las ampare, quien las quiera, para que no mueran solas y sin esperanza.

Y aquí una foto de la nube que hizo Antonio del Junco el día de la presentación de Apuntes y fuegos.

¡Ay, ay, esas primeras arrugas!

domingo, 21 de noviembre de 2010

Álogos, tiovivos, demonios y ángeles

Fotografía de Ramón Simón

La crónica de la presentación de la colección Álogos la explica mejor que nadie Alejandro aquí. Fue un día estupendo.

El sábado siguiente nos fuimos, bajo la lluvia, al tiovivo de Isla Mágica a hacernos unas fotos los antólogos y el ilustrador de un próximo libro de poemas infantiles, del que estamos contentos y orgullosos.

Yo nunca había estado en un parque de atracciones sin nadie y bajo la lluvia. Toqué el Muro de Berlín, del que hay allí un trozo. Fue una mañana divertida y poética.

Y luego, Pablo Pámpano y Javier Sánchez, con la generosidad de los grandes, nos hicieron a los demás hermosos presentes.

Días antes, por la noche, yo había visto la ciudad tomada y escupida por hordas de estúpidos que gritaban y tiraban piedras a las marquesinas y compadezco de corazón a sus padres, que tales bestias han engendrado. ¿Quién ha dicho que los bárbaros vienen de fuera?

Ex nobis prodierunt, sed non erant ex nobis.

Así que andaba yo triste por este país desastroso, cuando los escritores de Álogos y los poetas del tiovivo me libraron de todos los demonios. Y ahora estoy acompañado de ángeles. Os los envío. Allá que van.

Asia Bibi, condenada por blasfemia a la lapidación.

Firma aquí. Mañana acaba el plazo para interceder por una paquistaní cristiana acusada por sus compañeras musulmanas de blasfemia. Y aclaro que, mientras que en Occidente por blasfemia se entiende el escarnecimiento ofensivo y malintencionado de las creencias religiosas, en el Islam llaman blasfemo no sólo al que hace eso, sino al que tan sólo se niega a afirmar que Mahoma es el Profeta.

Y de veras que no entiendo por qué por esta mujer no nos movilizamos tanto como con las anteriores.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El mejor piropo que me han echado jamás

Es un piropo moral y me lo ha regalado un negro del semáforo. Resulta que en la Avenida de Kansas City el semáforo nos paró y vino un negro sonriente vendiendo pañuelos de papel y rosarios. Y reconozco que tengo debilidad por los rosarios que venden los negros y compro uno cada vez que se tercia. Esta vez no lo compré de plástico, sino de madera. Y él me dijo con una sonrisa blanca de oreja a oreja:

-Tú gastas para Dios, no para mocos.

Y con esa frasecita, que es toda una máxima vital, me dejó más contento que un ocho.

Y entonces mi acompañante, con esa complicidad que tienen los creyentes hoy en día en un mundo cada vez más materialista, le dijo que pediría a Dios por él.

Y él lo agradeció con la mano en el corazón y nos dijo que él creía mucho en Dios y que le pidiéramos para él tan sólo un trabajo. Y entonces el coche de atrás nos pitó para que arrancáramos y allí dejamos al negro, con una mano en el corazón y la otra diciéndonos adiós.

Debe ser muy duro vender pañuelos para mocos en la calle y que la gente no te mire a los ojos. Menos mal que el negro cree en Dios. Si no, no sonreiría tanto.

Anda, Dios, venga, dale un buen trabajo al que te vende los rosarios.

(Y en la página de Mono Azul Editora han puesto el inicio de mi novela Las vírgenes prudentes)

martes, 16 de noviembre de 2010

Apuntes y fuegos. Y mi foto con pelo, de nuevo.


Y estoy tan contento, que pongo a continuación una de las entradas que salen en Apuntes y fuegos


La luenga cabellera
Por increíble que parezca, una hirsuta maraña de pelo negro, afro, crespo, brillante, impenetrable, recubría mi cráneo hoy reluciente. ¡Qué días aquellos en que me zambullía en el mar y el agua no lograba empapar la selva! Tan sólo la perlaba por fuera, como si el pelo fuera de plástico. Yo no podía decir aquello de "Mi pelo al viento", porque ni los vendavales podían revolvérmelo. Si uno me tocaba la cabeza, la mano le salía disparada por los muelles recios de mis rizos. Tan indomeñables eran, que peinarme y dar a aquella pelambre una forma presentable era un tormento matutino que yo sólo solucionaba pelándome a lo bestia.

Bueno, me pelaba mi madre y, cuando lo hacía, siempre decía que yo era el único de sus seis hijos varones que nunca se iba a quedar calvo. Tenía en la coronilla una islita de pelo rubio que nunca llegué a verme pero que todos me señalaban como una rareza.

Ahora esos pelos se han ido, allí, donde habiten los pelos, en los vastos jardines sin aurora. Ubi sunt? ¡Dalila se los llevó para siempre! Aún hoy, cuando me ducho cada mañana, conservo la costumbre de llevarme las manos a la cabeza para facilitarle el paso al agua en la maraña y sólo encuentro este cráneo, prefiguración de la muerte. Sólo me queda el consuelo de que mi cabeza no será nunca el locus amoenus de los piojos.

Y hablando de piojos, ¡atención, padres y madres!, mi amigo Felipe ha encontrado el remedio definitivo contra ellos: pasar la aspiradora por toda la cabeza durante quince días seguidos. Es infalible. Nada de lociones ni rapamientos.


lunes, 15 de noviembre de 2010

El sexo de las ciudades

Hablaba el otro día con mi hermano Daniel del género gramatical de las ciudades. Como Estocolmo acaba en "o", lo hacemos masculino ("Estocolmo es caro"). Como Málaga acaba en "a", la hacemos femenina ("Málaga es muchíiiisimo más bonita que Sevilla": es una broma, sevillanos). Y me pareció que tendíamos a considerarlas de género femenino, sobre todo si el nombre de la ciudad acaba en "a". Pero si acaba en otras consonantes uno empieza a dudar. Todos decimos "Sevilla es preciosa", pero dudamos con Madrid o París. ¿"París es precioso" o "París es preciosa"? ¿Y qué hacemos con Helsinki, Omsk y Moscú?

Me sale decir "El Copenhage de los años 30", pero me suena mejor decir "Copenhage es preciosa".

Es el oído y el gusto el que decide y tiene que debatirse entre estos dos criterios: por un lado, como la palabra "ciudad" es de género femenino, tendemos a feminizar los nombres de ciudad siempre que podemos; pero, por otro, como sólo los nombres acabados en "a" piden claramente el femenino, tendemos a masculinizar el resto, porque en gramática el género llamado masculino funciona como el neutro, como el género menos marcado que se usa para todo.

Sería interesante que cada cual hiciera la prueba con todos los nombres de ciudades que he dicho, a ver si le pondrían el adjetivo "preciosa" o "precioso". En fin, digo todo esto para demostrar que el género gramatical poco tiene que ver con el sexo real, a ver si así conseguimos que esta navidad no vengan a decirnos que los Reyes Magos venían montados en sus camellos y en sus camellas.

Un abrazo a todos.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El superhomúnculo de Nietzsche

Nietzsche acertó en el diagnóstico: Europa estaba enferma de debilidad, mediocridad y gregarismo. Y acertó también en la receta: había que recuperar las virtudes de los fuertes: la valentía, la autosuperación, la reciedumbre, las altas metas, la belleza... Pero se equivocó en el objetivo: el superhombre, ese hombre que hace lo que quiere y que no tiene ninguna obligación para con los demás y que ni siente compasión por la debilidad ajena ni se siente culpable de sus errores, porque o no los tiene o porque no los considera errores, sino sólo aprendizaje. El superhombre, al no reconocer por encima de sí ni a Dios ni valores éticos universales, se proclama la máxima autoridad y entonces se queda a solas con su egoísmo, esclavo de sí, pequeño por muy grandes cosas que haga, porque ha matado al otro, la obligación para con el otro, el amor al prójimo, lo único que podría salvarlo de sí mismo. Hacerse uno grande matando al otro es convertir el mar en charca para que el sapo se crea un gigante. Ese superhombre acaba siendo un hombre cruel y despiadado o, en el mejor de los casos, un gran egoísta, un gran pejigueras, un gran narcisista, un gran hedonista, ombliguista, pero no un gran hombre. Ése es el inevitable fin del superhombre de Nietzsche, porque un hombre es una cosa demasiado pequeña, algo demasiado cagón y pedorro como para proclamarse única autoridad y dedicarse a sí mismo el universo. Más bien, es él el que tiene que amar cosas más grandes e importantes que él. Sólo así se hará grande e importante.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Resurrección de los cuerpos

Yo creo que la Iglesia debería darle más publicidad al dogma de la resurrección de los cuerpos. A veces pasa por él de puntillas. Sin embargo, a los que el cuerpo nos gusta muchísimo es un dogma que nos proporciona mucha esperanza.

A mí esa frase de Jesús referida al más allá "Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos" me invita a seguir creyendo aun cuando al final resultara ser todo una hermosa mentira.

Eso de ser inmortal sólo en espíritu es una fantasmagoría platónica. Prefiero esta idea escolástica de que el alma está intranquila en el más allá hasta que recobra su cuerpo.

Y además, no cualquier cuerpo, sino un cuerpo en estado glorioso, sin los achaques y defectos que ahora lo aquejan. Cuando Cristo resucitado se aparece a los doce, se come un pescado y eso es porque el estómago le funcionaba. ¿Para qué nos iba a dar Dios un cuerpo para la eternidad si luego sus órganos no funcionan? Seríamos entonces como zombis y entonces yo me haría budista.

Qué gusto un cuerpo sin acné, sin alopecia, sin eccemas, lozano, novio, fuerte, sano... Yo recuperaré mi gloriosa cabellera. Allí no habrá gastroenteritis ni piojos ni escoliosis.

Seremos como Adán y Eva antes de probar la manzana.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La amistad

Dos son amigos por una simpatía mutua consistente más que en una afinidad de ideas en una complementariedad de sentimientos y talantes. Yo puedo ser tímido y tú audaz, que si a ti te gusta mi timidez y a mí tu audacia, seremos amigos. Uno puede ser liberal y el otro anarquista, que si nos emociona el mismo poeta, es porque compartimos más cosas de las que pensamos.

Por desgracia, con la edad la gente entabla  menos amistades porque se empeña en que estas han de basarse en afinidad de ideas.

Yo prefiero el estilo de amistad infantil, cuando uno iba al parque a buscar amigos y no se preguntaba por la condición social, económica, cultural o ideológica del amigo. Lo importante era que el otro también quisiera ser amigo. ¡Qué época feliz aquella, cuando los amigos, arrastrados por la intensidad del juego, acababan peleándose y retirándose la palabra, pero luego estaban deseando que un tercero los reconciliase para volver a jugar y a pelearse otra vez!

viernes, 5 de noviembre de 2010

¡He arreglado una cosa!

Amigos, ¡hosanna, aleluya, evoé, hurra, viva, olé, bravíssimo! Resulta que yo, que no distingo entre tenaza y alicate, entre mordaza, machota y llave inglesa, que nunca me acuerdo en qué sentido se gira el tornillo, que no entiendo bien conceptos como electricidad, bajante y todos esos términos mágicos que un macho que se precie conoce, ¡he arreglado yo solito el interruptor de la cocina!
Estaba el pobre descolgado, quebrado y llevaba así ya varios meses porque yo tenía un miedo atroz a abordar el asunto. Para que funcionara, había que tratarlo con mimo, presionar en el punto exacto sin que se cayera. Yo había encontrado ya su punto G y siempre conseguía que se encendiera. Pero ayer, a pesar de las artes de mi dedo, se negaba a hacer contacto. Y hoy me he armado de valor, he ido a la ferretería y allí un comité de machos me ha explicado cómo hacerlo y me han pintado con rotulador los agujeritos del cacharro por donde tenía que meter los cables.
Y aquí estoy radiante: todo ha sucedido como me han explicado ¡y no me han cobrado las explicaciones! Por vez primera en mi vida, me he ahorrado un electricista y estoy pensando en atreverme con la nevera, que vibra la muy tonta, y con los azulejos de la cocina que se me han caído.
Esta es la más alta ocasión que vieron los siglos. ¡Exultemos con cítaras y salterios y laúdes, porque hemos vencido a los persas, a los cartagineses, a los hunos y al otomano!

¡Viva la electricidad! (todos gritan: ¡Viva!)
¡Viva la madre que parió a Edison y los pechos que lo amamantaron! (todos gritan: ¡Viva!)

jueves, 4 de noviembre de 2010

Una oración

Hoy, en mi corazón, tan sólo la multitud de orantes asesinados en una iglesia de Bagdad por el fundamentalismo islámico. Por ellos mi oración.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Discurso fúnebre

Estamos aquí reunidos para lamentar la muerte de nuestro querido maestro por culpa de una ingestión de huevo de gallina feliz contaminado.
Lo han acusado injustamente de terrorista, de ladrón, de evadir capitales y de mal padre. Pero si puso bombas, no fue por el placer de la violencia, sino para luchar contra un sistema injusto. Si robó bancos, no fue para ser rico, sino para minar el capitalismo explotador. Si invirtió ese dinero en Suiza, no fue para vivir como un marajá, sino para denunciar los paraísos fiscales. Y si abandonó a sus hijos en un orfanato, fue para dejar en evidencia la injusticia intrínseca de la familia tradicional.
Sentía un gran amor por los animales, tanto que era partidario de esterilizar a los humanos para repoblar el mundo de monos.
Para los que somos hedonistas fue un modelo moral, pues fue un maestro en el arte de procurarse placeres. Suyo fue el invento del jacuzzi con miniexplosiones de polvo picapica en el culete.
¿Y qué diré de la solicitud con que inyectaba inyecciones letales a los moribundos? Las buenas personas no ayudan a seguir viviendo sin dolor, sino a morir sin dolor.
Por todo ello, ¡lloremos todos mucho, que es muy bueno para las glándulas lagrimales!

lunes, 1 de noviembre de 2010

Hagamos un pacto

Se me ha ocurrido que firmemos un pacto: el día del Juicio Final, cuando el diablo, deseoso de llevarnos  al infierno, nos acuse de nuestras vilezas (a mí, por ejemplo, de mearme de niño en los hormigueros), nos defenderemos unos a otros.

Por ejemplo, si alguien acusa a algún bloguero o comentarista de haber tenido un desliz, todos diremos: Sí, pero es que su marido (o su mujer) era muy requetemalo. Si a otro lo acusan de haber dicho una vez una mentira muy gorda para evitarle a alguien una desgracia, diremos todos que, en determinadas concepciones éticas consecuencialistas, las mentiras piadosas son buenas. Y si a un tercero lo acusan de arrojar dardos contra la foto de su jefe en la pared, diremos que nunca pasó de ahí, a pesar de lo malísimo que era el jefe.

Así dejaremos al diablo sin argumentos y nos iremos todos derechitos al cielo o después de pasar unos siglillos de nada en el purgatorio. ¡Y menudas juergas montaremos en el cielo! Haremos conciertos rock con las cítaras y las liras y las arpas y guerras de nubes y jugaremos a hacer estrellas y galaxias y provocaremos explosiones de supernovas para iluminar el cosmos y nos vestiremos de auroras boreales. Y comeremos tajadas de sandía cósmica desnuditos y con cuerpos fetén y resucitados. Y cuando llegue la hora de cantar salmos, le daremos un toque gospel y rociero, que allí todo es posible.