miércoles, 31 de diciembre de 2008

Ulises

Esta noche de invierno y de sosiego,
Telémaco, recuerdo la nobleza
de Alcínoo, aquel rey que oyó mi ruego
y sin saber quién era, con alteza
me acogió. Ya en la mesa, un bardo ciego
-Demódoco es su nombre- con destreza
cantó mi historia. Y yo sentí tal fuego
que cubrí con un velo mi cabeza.
Nadie veía en mí más que un extraño
y tan sólo aquel ciego me veía
con cantos que llegaron un buen día
antes que yo a mi patria.¡Cuánto daño
para los náufragos que desesperan
si los aedos ciegos no existieran!

martes, 30 de diciembre de 2008

Aforismos I

-Al final de los tiempos, Lázaro habrá resucitado ya dos veces.
-Quien ama a los animales no los domestica. Los prefiere libres.
-A muchos no les gusta la libertad porque es involuntaria
-Post coitum, triste. Post triste, coitus
-Cuando uno critica se pone más feo, pero cuando lo critican se pone más guapo.
-La ducha nos hace a todos más amables

domingo, 28 de diciembre de 2008

Usque ad finem

A mis veinte años llevé mis mejores poemas a un famoso poeta para que me diera su opinión. El día en que me llamó yo estaba hecho un manojo de nervios. Los hombres temen a las mujeres cuando éstas se prueban una prenda y les preguntan qué tal les sienta, pero reconozcamos que los poetas somos más quisquillosos cuando damos a leer una obra nueva. Este poeta no se anduvo por las ramas. Me dijo que todos los poemas eran malos y salvó un verso y medio. Me fui de allí furioso y deprimido y reprimiendo el rencor. Pero hoy me alegro de lo durísimo que fue conmigo. Lo que no me mató me hizo más fuerte. El poeta del todo nunca tira la toalla. Si entonces no la tiré, ¿por qué tirarla ahora? Así que animo a los poetas a aguantar hasta el final en busca de la belleza.

sábado, 27 de diciembre de 2008

¡Ay las playas!

No sé por qué me gustan tanto las playas. Cuanto más frío hace, más las echo de menos. Cuanto más rubias, salvajes y solitarias, mejor. En la playa no se puede hacer nada más que disfrutar de ella y hacer el bestia y pelearte con las olas o dejarte arrastrar por ellas o hacer un collar de conchas y embadurnarte de arena calentita cuando tienes frío. En la playa disfrutamos más los hombres que sabemos jugar como niños sin dejar de ser hombres.
Si alguna vez estás triste o aburrido, dile a quien más te guste que te lleve a la playa, a una playa sin chiringuitos ni accesos fáciles: que os cueste un poco gozar de su belleza. Allí el sol os dirá qué es lo que tenéis que hacer.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Oyendo la música del órgano

Cómo se abre a ti mi corazón
y en volutas, girolas y crepúsculos
echan a volar místicos pájaros
sin saber qué cantar ni en qué posarse.
¿Por qué me harás llorar con esa música?
¿A qué valles remotos me conduces?
¿Qué cauces debo abrir con estas hachas?
Yo no sabía, hasta que oí tus cítaras,
que tenía unas alas
que me llevan tan alto,
Señor de las más íntimas estrellas.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Recuerdo navideño


Recuerdo una navidad en mi pueblo. Tenía yo cinco años. Mi hermano Alfonso y yo decidimos hacer un belen viviente. Yo hacía de san José, mi amiga Pili de Virgen María, mi hermano Alfonso de ángel y el niño más pequeño de la calle lo secuestramos para que hiciera de niño Jesús. No se nos ocurrió mejor sitio para poner el belén viviente que el cuarto de baño, porque nos parecía el lugar más limpio y digno y enviamos a otros niños como emisarios para anunciar a los vecinos la buena nueva. Cuál fue nuestra sorpresa cuando los vecinos se desternillaban a carcajada limpia al ver al niño Jesús en el bidé (era lo más parecido a un pesebre que había en el baño), al ángel con las manos enlazadas y subido en la lavadora. Y a pesar de todo lo que se reían, nosotros no perdimos la compostura.

En fin, amigos, que el cometa os traiga a todos el oro de la prosperidad, el incienso de la salud y la mirra del amor.

lunes, 22 de diciembre de 2008

La pureza en unos ojos

No suelo hablar de mis clases en esta bitácora, pero hoy hago una excepción en honor a una alumna mía de latín. Tiene síndrome de Down y corea con todos las declinaciones cuando las cantamos (cada declinación con una tonada), se sabe la lista de los dioses y cantó, con qué ilusión, en el salón de actos con los demás alumnos el Gaudeamus igitur y el Adeste fideles. Es la alumna más aplicada de la clase, la más obediente, la más hacendosa. Cuando explico cualquier cosa, me mira con toda su ilusión, para entenderme y seguirme.
Me enternece esa niña. Quiero agradecer aquí su existencia y que me haya tocado en suerte tenerla como alumna. Me recuerda que lo importante en mi vida no es si fumo o si dejo de fumar, si publico o no publico, si Descartes tiene más razón que Pascal o al revés, sino el amor que yo pueda dar para que una chica como ella siga siendo feliz.
Ex corde,
Jesús Cotta

domingo, 21 de diciembre de 2008

La Bella y la Bestia

Según Chesterton, en La ética de los cuentos de hadas, la lección de La bella y la bestia es que hay que amar las cosas antes de que sean amables. Que no se me olvide.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Poesía

Me pregunto por qué la poesía tiene cada vez menos lectores, por qué los novios ya no encargan a un vate profesional la composición de un himeneo para el día de su boda, por qué un novelista mediocre vende tanto y un poeta excelente tan poco, por qué el pueblo ya no se expresa con la poesía, por qué novela y teatro la han expulsado de la épica y del drama.
Quizá, gracias a esa desgracia, la poesía se está purificando, quiere seguidores fieles, no espurios. Es ya el reducto de los místicos, del arriesgado buscador de perlas naturales. En esta época donde nada de lo que gozamos se concibe como un don, sino como un derecho, la poesía es para los inadaptados.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fútbol y niñez

El fútbol y yo nunca nos hemos llevado bien. Claro que esto es un problema mío, no del fútbol. No sé si tengo alguna tara genética que me impide manejar bien el balón. Sólo sé que desde que tengo memoria me parecía soberanamente aburrido ese deporte y que me fastidiaba que mis amigos perdieran el culo por jugar al fútbol con lo chulo que era jugar a los pistoleros, a policías y ladrones, al escondite, al pilla pilla... Tal vez por eso, con un poco de vergüenza, me escapaba a veces a jugar con las niñas a la comba, que me parecía de lo más divertido. Ya conozco varios que de niños huimos del fútbol y que tuvimos que cargar con el sambenito de mariquita. Una vez un hermano me aconsejó soltar esta perla al que me llamase mariquita: “Tráeme a tu hermana y verás”. Yo, sin entender bien lo que decía, se la solté a un niño que no era precisamente un encanto y me molió a palos, aunque no tenía hermana. Pero se ve que yo debí darle algún que otro puñetazo porque dejó de llamarme mariquita aunque seguí sin jugar al fútbol.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Entre la musa y la tiza

Hoy, en mi instituto, el IES. Martínez Montañés, he dado una charla sui generis a alumnos y profes titulada Entre la musa y la tiza. He hablado de por qué escribo y por qué enseño. El instituto me ha hecho incluso un obsequio que yo ni me esperaba. Estaba yo muy nervioso porque nunca he mezclado mis libros con la enseñanza, pero los profes y los alumnos que vinieron eran todos encantadores y me lo he pasado bomba. Quiero darles a todos las gracias. No estoy acostumbrado a un público tan amable e incondicional.
Ex corde,
Jesús Cotta

Los árboles no pueden suicidarse


Los árboles no pueden suicidarse,
el viento sopla sin saber que existe,
el mar ignora que lo están mirando,
la tierra no conoce sus volcanes.
En tiempos de diluvio universal,
cuando las ramas del olivo vuelan
en picos de palomas extraviadas,
ya no saben qué hacer con tanta agua
los ríos y las fuentes y las ranas.
Un hombre es una cosa que lo sabe
y saberlo no sirve para nada,
pues todo es sin querer, incluso un hombre.
Las mariposas por ejemplo insisten
en no saber que son hermosas.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Visita a las secuoyas

Se encuentra usted en la absoluta sombra.
El sol no llega al suelo desde siglos.
No lo quiere la hierba sombreada,
que es como el musgo de la cara oculta.
Ya estaban las secuoyas cuando Dafne
no era laurel aún ni Cristo un hombre.
Y hay aves que no alcanzan tal altura,
los hombres entre ellas todavía.
¿Para qué ir a ver los rascacielos
temblones que además se resquebrajan
si hay secuoyas que llegan hasta el sol?
Abrácese a sus troncos cuando llueva,
mas no se enoje si ellas no hacen caso.
Está prohibido hacer fotografías.

martes, 16 de diciembre de 2008

Ya se escancia la lluvia

Ya se escancia la lluvia en verdes copas,
me suben tronco arriba hiedras y aves,
prenden mi corazón tus trepadoras.
En un frondoso mar de madreselvas,
donde comen mis ciervos de tu mano,
te has convertido en luz.
Y se cimbrean todos los árboles
y todas las campanas me despiertan
y rompen a cantar todos los pájaros.
El cáliz ya rebosa entre estas flores,
tú con todos tus soles y tus lunas
y yo con mis estrellas.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Eliot

Eliot era norteamericano, pero se nacionalizó británico y pasó a ser el gentleman más perfectamente inglés del momento. Admirador de Dante y del cristianismo, seguidor de la High Church, la gente se preguntaba si se convertiría al catolicismo como otros muchos escritores ingleses de la época. Y uno de los conversos dijo:

“Eliot perdió toda su capacidad de conversión al hacerse inglés”.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Elogio de la caridad

Está muy de moda criticar la caridad con argumentos del tipo "Eso de dar comiditas a los pobres calma las conciencias, pero no resuelve el problema; a los pobres hay que enseñarlos a hacer el pan, no darles pan". Sí, pero el problema real es que yo ni sé ni tengo tiempo para enseñarles a cultivar el trigo y a hacer un horno. Tampoco tengo dinero para comprarles una tierra y un molino. Y si tuviera todo eso, ¿quién les va a dar de comer mientras montan el molino?
La caridad es mucho más efectiva que lo que proponen ellos, porque le soluciona al necesitado de al lado el problema del día, el verdadero problema, el problema consistente en que no tengo zapatos para andar en invierno ni pan que llevarme a la boca. La caridad es sabia. Además, siendo prácticos, es mucho más fácil dar un pan aquí y ahora que irte al Congo a enseñar a los congoleños a elaborar artesanías. Esto último lo hacen los héroes, los santos y los misioneros. Los demás, damos una limosnilla.
Pero el valor real de la caridad no es sólo el bien que uno procura al otro, sino el bien que uno se procura a sí mismo: te haces mejor persona, menos egoísta, más generoso, más humano, no estás sólo pendiente de tu estómago, sino del estómago de los demás. Así que, salvo los misioneros que están ahora jugándose la vida en el Congo o en los Andes, los demás no estamos muy legitimados para criticar la caridad. Además, a veces, los que critican la caridad son los que menos hacen por los demás. Es muy fácil y baratito decir que lo que hay que hacer es montar escuelas en el Tercer Mundo en vez de comprarles juguetes por navidad a los niños pobres, porque como tú no tienes que ir a África a montar la escuela quedas la mar de bien diciéndolo y así te justificas por no ir a la tienda de abajo a comprar un cochecito y una muñeca para los niños pobres de tu barrio.
Cuando la gente critica la caridad y pide justicia, en el fondo está desentendiéndose de su obligación personal de ser bueno y achacándola al Estado, que como no es nadie no se queja.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Nacimiento de la metafísica

CON CARIÑO, PARA MI HERMANO DAVID
Ganímedes Patarre: Yo soy la persona del mundo a la que más le gustan las castañas
Melitón Taina: No, porque a ti te gustan asadas, no crudas y, por tanto, hablando con propiedad tendrías que haber dicho: Soy la persona del mundo a la que más le gustan las castañas asadas.
GP: No, porque la castaña asada, al perder humedad, es castaña concentrada. A mí lo que me gusta es la castaña en sí, su esencia, no accidentes prescindibles como la humedad.
MT: No, porque la castaña es también esa humedad como otras cosas que también se pierden al asarse. En realidad lo que a ti te gusta no es la castaña, sino otra cosa distinta, que podríamos llamar cuchibambo, porque en la castaña asada se ha producido un cambio sustancial.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Una frase de Tocqueville

Me encanta esta frase de Alexis de Tocqueville:

Los partidarios de la libertad siempre tienen razón.

Esto implica que si el presi, por razones de salud, quiere prohibir el tabaco o el alpinismo, o por laicismo, las procesiones religiosas, sencillamente se equivoca. El partidario de la libertad no obliga a nadie a fumar, a hacer alpinismo o a vestirse de nazareno, pero tampoco prohíbe que quien quiera lo haga.
Lo malo de esta máxima es que me lleva racionalmente a legalizar todo tipo de drogas. Lo veo lógico y sensato, pero me asusta. Y no sé qué argumento utilizar para abrazar esa máxima de Tocqueville sin verme obligado a legalizar la heroína.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Una pesadilla

El catorce de septiembre soñé que un hombre me condujo, a petición mía, a un piso de prostis. La prosti me aguardaba tumbada en un sofá. Y cuando la toqué, se convirtió en un monstruo. El rostro era realmente espantoso y me clavó los colmillos en la yugular. Yo me defendía metiéndole la mano en la boca, para que las arcadas la obligaran a soltarme. Asqueroso y abominable. Me dejó casi sin sangre y me arrastré pálido y exangüe por la calle. Recuerdo que yo era la viva imagen de la agonía y de la muerte.
Como diría santa Teresa de Jesús, dicho así parece poca cosa, pero el pasarlo fue mucho.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Religión y superstición

Me acaban de enviar uno de esos correos que te amenazan con cuatro años de desgracia si no lo reenvías a un mínimo de diez personas. La que me lo ha enviado es una de esas que se ha cagado de miedo y me lo envía a mí para meterme el miedo en el cuerpo. No la culpo. Sencillamente está asustada. El texto va sobre los horóscopos.
Pero yo no creo en horóscopos. Seguramente si yo no creyera en Dios, terminaría creyendo en horóscopos y acabaría reenviando ese mensaje a treinta personas, por si acaso. Esto demuestra que religión y superstición son cosas radicalmente distintas.

martes, 9 de diciembre de 2008

Las malas consecuencias

Quiero eso, pero no sus consecuencias. Quiero ese pastel, pero no que me engorde. Quiero el puntillo, pero no la resaca. Quiero la droga, pero no sus secuelas. Quiero esa aventurita amorosa, pero no sus complicaciones. El día en que se invente el pastel suculento que no engorde, la borrachera sin resaca, la droga sin secuelas y el cuerno sin complicaciones, nos dividiremos en dos grupos de personas: los que pierdan el interés por el pastel, la borrachera, la droga y el cuerno y los que nos hagamos adictos de esos placeres que nos acabarán destrozando y alejando de todo lo demás, porque ¿cuántos serían capaces de no lanzarse como cosacos una y otra vez al pastel feliz, al cuerno de oro, a la droga perfecta, a la borrachera sin fin? En fin, que las consecuencias malas de las cosas buenas están muy bien puestas donde están, porque, si no lo estuvieran, esas cosas serían más malas todavía.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Bucólicas

He estado cogiendo naranjas, limones y mandarinas en un huerto. Estaban los árboles tan cargados como árboles de navidad. El limonero me ha pinchado, pero es justo que le pague el tributo de un poco de sangre a cambio de tantos limones tan gordos, tan prietos, tan aromáticos. Y las mandarinas han hecho hoy las delicias en una mesa con más de dieciocho comensales. En cuanto a las naranjas, ay, las naranjas... Las naranjas están hechas para la boca del hombre. Se pelan bien, perfuman las manos y sus gajos no son ni muy grandes ni muy pequeños. Cuando uno se come una naranja madurada en el árbol, cierra los ojos sin querer. Es una sensación fuerte y dulce. Lo mejor de la Tierra negra y parda está en ese sol líquido y refrescante.
Siempre que me meto entre naranjos y limoneros, me ocurre lo mismo: me dan unas ganas locas de abandonar el mundanal ruido, de retirarme al campo a vivir de lo que labro y de escribir poemas sólo cuando los frutos maduren.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Otra vez la muerte


Últimamente me pregunto qué debe hacer uno con todos esos objetos personales que nadie podrá heredar ni utilizar. No se los puedo endosar en herencia a mis hijas, porque pesan un quintal y no les sirven para nada. Sólo tienen valor para mí. Recortes de periódico, cartas de los amigos (cuando aún Internet no existía), dibujos, caracolas, piedras, flores secas, mecheros rotos, calendarios, apuntes... Alguna vez he intentado deshacerme de todo y sólo he podido acabar con los apuntes viejos, pero no con lo demás, porque en todos esos objetos hay un poco de afecto y de tiempo que los demás dedicaron a mí en su momento. Ni siquiera recuerdo ya el nombre de aquel que me escribió un poema en una servilleta de bar, ni siquiera recuerdo la cara de aquel alemán que me escribió durante más de un año cartas contándome toda su vida. Y, sin embargo, aún no tengo valor para deshacerme de todo eso. Supongo que a mis taypico años aún siento que soy el mismo de mi adolescencia y juventud, cuando atesoré todo esos objetos como si me fueran a salvar la vida o a marcar el rumbo de la felicidad. Pero también supongo que, cuando, si el de arriba me deja, haya dado yo treinta vueltas más al sol, tendré la suficiente clarividencia y dureza de corazón para quemar piadosamente todas esas cartas, y para devolver al mar todas esas caracolas y esas piedrecitas tornasoladas y para dejarles en herencia a mis hijas sólo aquello que tenga realmente valor. Me da miedo ese momento, cuando descubra que de todos los objetos que he ido guardando y atesorando sólo salvaré dos o tres. Lo demás arderá en una pira funeraria antes que yo y se desvanecerá para siempre en el humo. La muerte, el saber que uno se muere desnudo, deja con valor muy pocas cosas.
Si no me quedo postrado en una silla en mis últimos años, iré metiendo en una caja todo aquello que no puedo dar a nadie, por ejemplo (un dos tres, responda otra vez) los calzoncillos, las corbatas desfasadas, los mecheros gastados, los dibujos mediocres, mis cuentos fallidos y lo quemaré todo en holocausto... y me iré ligero de equipaje, como dice el poeta. Desnudo vine al mundo y desnudo quisiera irme.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La poesía en el más alto pináculo

El ensayista construye edificios públicos y funcionales; el novelista, palacios; y el poeta, catedrales. Edificios públicos y palacios pueden ser feos, pero sirven para lo que sirven. Pero una catedral o es preciosa o mejor no construirla.
Lo más difícil de construir son las catedrales y, sin embargo, no están de moda.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Ropa usada

En el barrio de mi madre, los jueves puede dejar quien quiera ropa usada que recoge no sé qué ONG. Yo he dejado ahí muchas bolsas de ropa que ya no uso, pero que está aún digna. Hay vecinos que se quejan de que otros vecinos se llevan prendas de ahí antes de que la supuesta ONG las recoja. Y digo yo: ¿qué más le da a usted en qué cuerpo acabe la ropa que usted iba a tirar a la basura? De todos los vicios humanos el más feo es ése de no dar a los demás ni siquiera las migas que caen de la mesa.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Bésame

El camarero del bar donde reposto antes de trabajar es un forofo de la buena música. Siempre nos sorprende con novedades y discos perdidos. Pero hoy nos ha torturado los oídos con un ruido atronador titulado Bésame. Tardé aproximadamente toda la canción en darme cuenta de que lo que el cantante repetía una y otra vez como una amenaza, con un grito ronco que brotaba no ya de la garganta sino de los abismos estomacales como una batería de pedradas y cadáveres, era ni más ni menos que Bésame. Al aparecer ese imperativo estaba dirigido a una chica, no a una bestia. Comprendo que su chica tarde toda la canción en decidirse a besarlo.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Aristocracia y cuerpo

Debe ser muy difícil no presumir cuando uno tiene un cuerpo diez que todos admiran allí donde uno va. Lo aristocrático es vivir con la belleza propia como si no fuera tanta y buscarla en otros. Lo servil, lo propio de esclavos, es exhibir la poca que se tiene. Pocos son los que tienen madera de aristócratas. Vivimos en la época de los esclavos.

martes, 2 de diciembre de 2008

Flores para Bécquer

¿Quién pone flores en la glorieta de Bécquer del Parque de María Luisa? Siempre que paso por ahí, hay rosas en las manos de alguna de las tres mujeres de piedra. Quien ahí las pone (o quienes las ponen) tiene que ser un romántico empedernido que aún cree en la poesía y en el amor. Es bonito. No se las queda para sí ni para su casa. Las prefiere al lado de Bécquer. Y yo también.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Consejo para escritores y traductores

Cuando los romanos comenzaron a traducir la filosofía griega al latín se tuvieron que inventar palabros muy raros que ellos no utilizaban jamás. Una es, por ejemplo, cualidad (qualitas), que sacaron de cuál (qualis). Les tenía que sonar tan raro como a nosotros aún nos suenan raras las palabras otredad, mismidad, completitud.
Al español le pasa como al latín: es una lengua más verbal que sustantiva. Preferimos la acción a la abstracción, los verbos a los sustantivos, los giros a las palabras compuestas. Otras lenguas, como el alemán, son muy dadas a crear interminables palabras compuestas que dependen unas de otras en oraciones de interminables sintagmas nominales con un solo verbo. Por eso Hegel sólo pudo ser alemán.
Algunos escritores de prosa alemanizan tontamente el español creyendo que así son más precisos y científicos, pero con eso sólo consiguen párrafos abstrusos. Mi consejo es, pues, que siempre que se puedan utilizar frases ágiles con muchos verbos y nombres concretos en vez de interminables sintagmas de nombres abstractos, se gana en estilo, en sencillez y en verdad.
Los alemanistas escriben cosas de este jaez:

"A nivel de profesorado, existe una tendencia generalizada a la intensificación de la impartición de los contenidos curriculares en la inminencia del inicio del segmento de ocio"

o sea, los profesores suelen explicar la lección más rápido justo antes de que suene el timbre del recreo.