sábado, 15 de noviembre de 2008

Elogio del consumismo I

Todos sabemos que el dinero no da la felicidad y que ser es mejor que tener. Entonces, ¿por qué nadie se rige por esas máximas? ¿Por qué no hacemos todos como Diógenes, que vivía en un barril y que lo único que le pidió a Alejandro Magno era que se apartase, porque le estaba quitando el sol?
Como decía Nietzsche, poco valioso es lo que necesita ser probado. Para demostrar que ser es mejor que tener y que el dinero no da la felicidad, hay que hacer muchos silogismos. En cambio, la afirmación de que tener y el dinero son cosas muy importantes no necesita demostración ninguna.
Esto no significa que haya que dedicar la vida a ganar dinero y a tener muchas cosas; significa que no hay que sentirse culpable por querer dinero y por comprar cosas si todo eso lo hacemos para ser más buenos y felices. Si uno hace horas extras para llevarse a la familia de vacaciones o para pagarse unas vacaciones de esquí, ¿por qué ha de ser eso peor que dedicarse a filosofar contemplando una puesta de sol que también puede contemplar en el magnífico hotel de la estación de esquí?
Lo mejor es no envidiar a nadie por su dinero. Pero ganar dinero es buenísimo e importantísimo, siempre que uno lo haga sin aplastar a las personas. Yo sólo consideraría malo ganar dinero si eso me lleva a crear desgracia a mi alrededor, hacerme más egoísta, pero si gracias al dinero puedo invitar a mis amigos a mi casa a una cena estupenda con un buen vino y comprarme libros buenísimos y pagar los mejores médicos, ¿por qué empeñarse en considerar como algo sucio y malo el dinero? Al contrario, es un medio estupendo para fines más estupendos todavía. Lo importante es ser generoso y si no gano dinero, poco generoso puedo ser.
Así pues, ganemos dinero para ser felices y hacer felices a los demás, a los que les compramos y a los que se benefician de lo que compramos.

2 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Decía Woody Allen que el dinero no da la felicidad, pero que el sentimiento que produce es tan parecido que sólo un auténtico especialista podría apreciar a diferencia.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Alguien debería escribir un libro con aforismos de Woody Allen si es que no lo han hecho ya. Un abrazo