sábado, 19 de julio de 2008

Cómo tranquilizar a un opositor

En este caso lo importante es, que no se tome las cosas a la tremenda: “Tú no pienses que todos dependemos de ti mañana (añadir aquí las observaciones pertinentes: de ti dependen los estudios de tus hijos, la curación de la enfemmedad de tu padre, tu felicidad y la de tu mujer, que me case contigo o con el otro…). Que no me entere yo de que te derrumbas pensando que si no apruebas nos embargarán la casa (o no podré pagar la lavadora en el Corte Inglés…). Sí, es cierto que, si tuvieras la desfachatez y la mala leche de suspender, estaríamos perdidos y que pillarías una depresión de caballo, pero tú, por todos los santos, no pienses eso, ¿me escuchas? ¡coño! Vamos a hacer ejercicios de relajación. Venga, vamos, que no tenemos todo el día. Un, dos, Un dos…”

2 comentarios:

José María JURADO dijo...

"Y tú tranquilo, que el Gobierno ha reducido las plazas sólo a un 30%".

Esta serie de consejos es originalísima.

A lo manual de instrucciones de Cortázar, le debes, le puedes estar sacando mucho jugo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues ya que me animas, voy a seguir aconsejando. Un abrazo