domingo, 27 de julio de 2008

Viva el honor y el qué dirán

Antes el qué dirán, la fama, la honra, el honor eran importantes. Ahora se ha hecho tanto hincapié en la vida privada, en la independencia, que ha desaparecido un importantísimo freno social para el mal: el juicio de los demás. Antes había millones de razones para ser bueno: los demás. Ahora sólo hay una: uno mismo. Antes ser bueno significaba serlo y parecerlo, pues no dependía sólo de mí, sino también de mi honor, de lo que pensasen de mí los demás. Ahora ser bueno depende de lo que yo considere. Por tanto, ahora no hay manera de frenar al descarado, al vecino sucio y ruidoso, al que tira papeles al suelo, al puerco, al cochino...

Carta de amor

A mis treinta y seis años me he dado cuenta de que me he pasado la vida cazando. Y ahora tú, sin proponértelo, me has enseñado a olvidar las armas en el armario y a buscar estrellas contigo entre las flores.
¿Cómo he tardado tanto en descubrir este arte de cazar estrellas, lo feliz que te hace que te abrace en medio de un pasillo, que te retire los rizos de la frente y te sonría o, cuando estás sentada al ordenador, que te dé un beso en el cuello y te susurre un secreto?
Lo increíble del caso es que eso me hace a mí más feliz que a ti. Es como caer desnudo entre las violetas. Y después de eso, es más fácil hacer las camas y la comida y no enfadarse cuando nuestras hijas me tiran de los pantalones. Es como si los dones o la energía que se me conceden nada más despertar necesitasen recargarse con esas estaciones de amor, con esa breve contemplación mutua, para recordar por qué se esfuerza uno tanto cada día.
Quiero que sepas que, desde que he descubierto ese arte sencillo y puro, la casa se ha llenado de luz y ya no soy tan celoso de mis ratitos de soledad y que estoy deseando que llegue el fin de semana para sentarme contigo a ver una buena película, aunque luego me quede dormido en el sofá.
Cuando me agobian los problemas, cuando el dinero no alcanza, cuando no me soporto a mí mismo, te busco, te tomo las manos y me las llevo a la cara y una ola de ternura me embarga y de pronto una bandada de gaviotas echa a volar y me encuentro contigo en una playa solitaria y tú me entregas tu más rojo tirabuzón y yo una negra caracola y yo soy un centauro con todas tus estrellas clavadas en el costado.
De todas las gracias que se me han concedido, eres tú la más bella, la más rubia y delicada, luz de las noches más profundas cuando salgo a cazar estrellas.

sábado, 26 de julio de 2008

Con cafeína, porfa

Si fuéramos puro cuerpo, como los caballos, lo único importante sería estar sanos, nuestra felicidad se reduciría a la salud. Pero como somos hombres, es decir, cuerpos que quieren ser algo más que cuerpos, no somos felices tan sólo con la salud, sino que necesitamos valores más altos: libertad, belleza, justicia, felicidad, amor, cultura.
Pero en esta época soez parece que nos empeñamos en ser tan sólo cuerpos sanos y bellos. La vigorexia y la anorexia son las nuevas enfermedades. Y el poder y la publicidad así nos trata, el primero preocupado por lo que le cuestan nuestras enfermedades y la segunda preocupada por el dinero que tenemos en el bolsillo.
La salud es el nuevo becerro de oro. Los que creen que sólo somos un cacho de carne con ojos, no tienen más remedio que endiosar su carne, valorarse por la materia que los compone, y no por lo que hace digna a esa materia: la libertad y la conciencia. También las pulgas tienen materia y no por eso las consideramos dignas de todos los honores.
El que se droga porque no le gusta el mundo es más digno y humano que el que no trasnocha para no tener ojeras al día siguiente, porque el primero ha antepuesto su libertad a su salud y el segundo su salud a su libertad, y la libertad es más importante que la salud.
Si nos diesen a elegir entre vivir siendo esclavos o morir siendo libres, los mejores escogerían lo segundo y los peores lo primero. Los mejores son los héroes, los mártires, los luchadores, los que han hecho posible un mundo mejor. Y los peores son, reconozcámoslo, la mayoría. Por eso los totalitarismos siempre han encontrado un buen apoyo en el pueblo, que prefiere tener la barriga llena con las manos atadas a tener la barriga vacía con las manos libres.
Los gobiernos más o menos totalitarios tienen una siniestra tendencia a dar prioridad a la salud frente a la libertad. El derecho a la salud, si se desmanda, puede dar al traste con la libertad de hacer con nuestros cuerpos lo que se nos antoje. Prefiero una sociedad de hombres enfermos, pero libres, a una sociedad de hombres sanos, pero esclavos, porque la primera sólo enfermará si le da la gana y la segunda no puede hacer otra cosa que estar sana.
Por eso viva el puenting y el alpinismo y los deportes de riesgo y el boxeo y los toros y la doma de animales el café con cafeína y el buen vino y la cerveza y el puro y el tabaco y todos los etcéteras que uno quiera siempre que no nos vuelvan tontos y agresivos.

viernes, 25 de julio de 2008

Vivan los padres

CARTA A CIERTA PERSONA QUE AÚN NO HA PERDONADO A SUS PADRES
El cuestionamiento de la autoridad ha afectado también a la figura de los padres y ahora son muchos los cuarentones que como adolescentes susceptibles y picajosos siguen sin perdonar a sus padres sus defectos, como si ellos hubiesen sido hijos perfectos y mereciesen la perfección de los padres. ¡A la mierda esos adolescentones cuarentones! Los padres son la autoridad y sus órdenes hay que cumplirlas, aunque ellos no sean perfectos. Y en caso de duda tiene razón el padre. Si sólo obedeciéramos a los jefes que son perfectos, nadie obedecería a nadie. Se pone como condición para obedecer que el que manda sea perfecto y como no es perfecto, nos negamos a obedecer. Se nos olvida que ni el que manda ni el que obedece son perfectos, pero que como es imprescindible que uno mande y otro obedezca, nos tenemos que aguantar con la imperfección del que manda.
Tú no perdonas a tus padres y yo sí, pero no porque mis padres fuesen más buenos que los tuyos y tuvieran por tanto menos cosas que perdonarles, sino porque yo soy más bueno que tú. No los perdonas porque no eres generoso, te crees Dios, con derecho a la perfección. Los cuarentones que aún no perdonan a sus padres siguen siendo unos adolescentones avejentados, unos inmaduros existenciales, insociables, narcisistas, que buscan en los demás la perfección que en sus padres no encontraron y que como nunca la encontrarán se creen víctimas cuando son realmente verdugos.
¿Quién eres tú para exigir la perfección a los demás? ¿Acaso tú eres perfecto? ¿Te negaron tus padres el alimento, acaso te violaron, acaso publicaron en medios públicos tus miserias? Si se limitaron a sufrirte sin darte demasiado cariño, eso ya es bastante. Ni tú elegiste a tus padres ni ellos a ti. Sólo el amor y el perdón pueden salvar esas relaciones que no se han establecido libremente.

jueves, 24 de julio de 2008

Pitágoras de Samos

Todo lo que era igual lo hace diverso
el número en un orden definido.
La música sin número es ruido,
la palabra con número es un verso.
Luchando contra el caos turbio y perverso
la proporción imprime su sentido
que capta nuestro espíritu encendido
para hacer comprensible el universo.
Mientras el mundanal ruido zumba,
se afana nuestro cuerpo en recluir
al alma que lo aparta del placer,
porque ella es Dios y el cuerpo es una tumba.
La vida no es un bien, sino un morir.
La muerte no es un mal, sino un nacer.

Las estrellas


Como a veces me paso varios pueblos, hoy voy a redimirme hablando de las estrellas.
Ha sido todo un detalle de Dios el darnos una atmósfera lo bastante transparente como para verlas titilar en su indiferente lejanía. La poesía y la religión tuvo que surgir seguramente cuando alguien vio las estrellas reflejadas en una fuente, tan al alcance de la mano y a la vez tan inalcanzables, o en unos ojos amados. Ver lo más lejano en lo más amado y cercano debe crear la sensación de que hay una correspondencia entre el universo y nosotros, que el universo está entero dentro de nosotros, que la verdad y Dios están en lo más íntimo de cada uno, aunque parezcan lejanos e incomprensibles.
Que las estrellas, esas aurigas de la noche, os acompañen, amigos, en estas noches de verano.

martes, 22 de julio de 2008

Partes del cuerpo III: costado


He iniciado esta serie temática, porque el cuerpo nos va a acompañar hasta la tumba. Cuando somos muy felices nos olvidamos de que lo tenemos y, cuando nos duele o nos gusta, no hay manera de olvidarlo.


El costado es poético y misterioso. De una costilla sacó Dios a Eva y, con la lanzada, del costado de Jesús manó agua y sangre (supongo que algún teólogo habrá hecho alguna hermosa reflexión sobre la diferencia de estos dos costados).


"The boy with the thorn in his side" es una canción y una imagen que siempre me ha parecido muy hermosa. Véase y oígase si se desea:


http://es.youtube.com/watch?v=BjkMhwNWcbY


Y, en fin, ponerle a alguien las manos en los costados sólo se puede hacer en tres contextos muy concretos: cuando vas de bulto en la moto, cuando vas a bailar agarrado o cuando lo vas a poner mirando para Antequera.

El costado muestra la armadura del esqueleto y, un poco más abajo, el hueso desaparece y muestra nuestra fragilidad. Por eso, siempre anda oculto bajo los brazos. Los fotógrafos y pintores lo saben y por eso le sacan tanto partido en los desnudos.

Del costado del durmiente parece manar una virtud misteriosa. Por eso en la Biblia los ángeles despiertan a los durmientes tocándoles el costado.

Empresas que quiero crear

-Las funerarias A otra cosa mariposa, El vivo al bollo, y Punto y final
-La ortopedia Levántate y anda
-La casa de calefactores La Gehenna
-La sala de amputaciones Si tu pie te escandaliza
-Empresa de salud Placer por tabaco, cuyos estatutos disponen que a los miembros se les deleiten con masajes no sexuales siempre que las partes estén conformes, mas si fumaren, un negro los castigará, estén o no conformes las partes.

lunes, 21 de julio de 2008

Mi contribución a la psicología

He aquí los cuatro tipos de hombres:

Agudos:
-complexión: puntiaguda
-humor: agudo
-vello: peliagudo
-funciones fisiológicas: breves y sonoras
-cerebralización de la sentimentalizacionalización: ¿mande?

Llanos:
-complexión: anchos y planos
-humor: llano y campechano
-vello: lacio y en praderas
-funciones fisiológicas: largas y sordas
-cerebralización de la sentimentalizacionalización: pendiente de estudio

Esdrújulos:
-complexión: muy esdrújula
-humor: cultilatiniparlante e incomprensible
-vello: normalmente sólo dos vellos largos y, lógicaménete, muy esdrújulos que llegan hasta la nuez. Si se enrollan en las orejas, parecen antenas y son ideales como higrómetros
-funciones fisiológicas: articuladas y parlantes
-cerebralización de la sentimentalizacionalización: muncha, muncha

Ni que decir tiene que sólo el diez por ciento de la población se corresponde puramente con estos tipos. Existe por otra parte un veinte por ciento de la población que son tipos mixtos. Así por ejemplo el tipo llaniesdrújulo es de humor llano pero de complexión esdrújula. El resto de la población (un setenta por ciento) es inclasificable y, por ende, anormal.

Amor y playa

Un universo con una playa donde te acarician un hombre y la espuma y trenzan guirnaldas de besos y sal en tu cuello; un universo donde los manantiales rompen por las vetas de la roca y vienen en tropel los elementos cuando más en ti él se hunde y más te elevas hacia el cielo; un universo así no puede ser malo, aunque esté destinado a la destrucción infinita. Yo quiero salvarlo aquí, con este poema, decir que muchas veces fue posible que aquí en esta playa que algún día desaparecerá me diste tus pechos mojados por el mar mientras a millones de años luz explotaban las supernovas.

domingo, 20 de julio de 2008

Escatología y escatología

Por culpa de la pobreza fonética del español, hay dos palabras griegas que, al ser transcritas al español, suenan y se escriben igual: escatá (postrimerías) y escatá (mierda). Eso no ocurre ni en francés ni en inglés y, me figuro, que tampoco en alemán. Como son dos palabras cultas, los cultos casi nunca se ven en la necesidad de aclarar a qué escatología se están refiriendo, porque el contexto habla por sí solo. De todos modos, esta coincidencia fonética sugiera una semejanza semántica: al fin y al cabo, cuando sea el fin del mundo, todo se irá a la mierda.
Siguiendo con lo escatológico (en ambos sentidos), otra coincidencia es el polvo en el sentido de muerte ("Recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir") y el polvo en sentido sexual. Aunque el primer sentido se refiere a lo muerto y el segundo al esplendor de la vida, el español, tan dado a la pugna entre espíritu y cuerpo, los ha fundido. Hay un verso inmortal de Góngora que, gracias a esta confusión, hoy admite más lecturas que cuando fue compuesto:
"Polvo serán, mas polvo enamorado".
Me parece una hermosa descripción del hombre llamarlo polvo enamorado.
Estos vaivenes del idioma producen situaciones enojosas. Ya no se puede decir que un mago echó unos polvos mágicos a una princesa o que todos venimos del polvo. Tampoco les puedo decir a mis alumnos que se corran (en el sentido de mover todos a la vez sus respectivas mesas y sillas a un lado). Ya mismo acabaremos diciendo que cuando se corre la voz, lo deja todo perdido.
Cuando yo era niño, todavía se llamaba polla a la gallina joven. Ya no se puede. Me pregunto si los que no se contentaban con llamar pajarito al miembro viril comenzaron a darle el nombre de la gallina joven porque es más grande que un pájaro y porque está empollando un par de huevos.
Y, para acabar como empecé, es curioso que lo escatológico, en ambos sentidos, sea el final de un proceso: el fin de los tiempos y el fin del proceso alimenticio.
Mañana prometo hablar de algo más puro, con más buen gusto.

sábado, 19 de julio de 2008

Cómo tranquilizar a un opositor

En este caso lo importante es, que no se tome las cosas a la tremenda: “Tú no pienses que todos dependemos de ti mañana (añadir aquí las observaciones pertinentes: de ti dependen los estudios de tus hijos, la curación de la enfemmedad de tu padre, tu felicidad y la de tu mujer, que me case contigo o con el otro…). Que no me entere yo de que te derrumbas pensando que si no apruebas nos embargarán la casa (o no podré pagar la lavadora en el Corte Inglés…). Sí, es cierto que, si tuvieras la desfachatez y la mala leche de suspender, estaríamos perdidos y que pillarías una depresión de caballo, pero tú, por todos los santos, no pienses eso, ¿me escuchas? ¡coño! Vamos a hacer ejercicios de relajación. Venga, vamos, que no tenemos todo el día. Un, dos, Un dos…”

viernes, 18 de julio de 2008

Ommmm

Me ha llegado un correo informándome de una maestra metafísica o anímica (no recuerdo bien) que realiza una lectura del alma según el Tíbet. Si te citas con ella, esta señora te lee el alma, te dice qué fuiste en el pasado, cuáles son tus fobias y tus filias, por qué hay sucesos que pasan en tu vida con mucha frecuencia y ¡todo eso por mucho menos que un año de psicoanálisis!
Me pregunto qué dirían todos los que creen en ese tipo de cosas si yo les enviara un correo invitándolos al Monasterio de Silos a recogerse interiormente, a rezar, a darse cuenta de lo mucho que pensamos en nosotros mismos, a estar más pendiente de los demás... Me dirían que soy un carca supersticioso.

Argumento originalísimo de peli para adolescentes

Un chico bueno con gafas deja sus cosas en la taquilla de su instituto. Pasa una chica rubia despampanante (da igual si la actriz ha pasado ya los treinta: se le ponen trenzas y no se nota la edad) y el chico bueno, que tiene a su padre enfermo, quiere invitarla a la fiesta de fin de curso, pero no se atreve. Un día el novio cachas de la chica rubia lo sorprende hablando con ella y le da una paliza, lo que hace animadora en el partido de béisbol del instituto y corea al chico bueno, no al cachas. El momento estelar de la penícula es cuando la chica le quita las gafas al chico y entonces al segundo siguiente sonará una música y sale el chico maquillado, con otra luz, con otro peinado, transfommado por el amor para que todos se den cuenta de qué guapo es. El final es lo más original: al final van ellos dos juntos al baile de fin de curso, vestidos modennísimos y se marcan un baile improvisado y espectacular mientras todos los chicos los corean y aplauden y el chico cachas bebe aburrido con la más fea.

jueves, 17 de julio de 2008

Partes del cuerpo III: espalda


La espalda, por ser tan grande, debería tener ojos o boca. No es justo que una parte tan grande de nuestro cuerpo esté a la merced de puñalás traperas y sin poder ver el mundo. Deberíamos ser como el bifronte Jano.

Las espaldas son unas extensiones tales que una mano en ella se pierde. Si te rascan en un punto, inmediatamente te pica en otro y así usque ad infinitum. Ésa es sin duda la mayor habilidad de la espalda.

El mundo se divide entre los que prefieren caerse de espaldas y los que prefieren caerse de bruces, entre los que prefieren tu espalda y los que prefieren tu cara.

Hay quien usa las espaldas para acarrear las penas de los demás y arrastrar, sin que se note, una penosa cruz. Otros, para lucirlas en la playa; otros, para tatuarse una palmera que nace en el coxis y colmada de aves del paraíso.

¿Y qué me decís del agua fulgurante de una cascada golpeándote la espalda con toda su potencia y su frescor?

La ventaja del homo sapiens es que no hay parte del cuerpo a la que no lleguemos con las manos. La espalda se nos resistía, pero lo hemos conseguido.

Hay espaldas de Hércules y espaldas de doncel. Hay espaldas de Gina Lollobrigida y espaldas frágiles a lo Audrey Hepburn. Yo quisiera para mí las espaldas de ese cuadro.

miércoles, 16 de julio de 2008

Cómo tranquilizar a un celoso compulsivo

“Debes confiar en ella. No porque lleve condones al trabajo y su ropa huela al perfume de tu mejor amigo que trabaja con ella, no porque la sorprendieras ayer hablando a susurros con él te va a ser infiel. A lo mejor están preparándote una fiesta sorpresa por tu no cumpleaños, que es mañana. ¿Que tus hijos son todos pelirrojos como tu mejor amigo? Eso no significa nada. ¿Acaso ella se niega a tener relaciones sexuales contigo? Al contrario, lo seguís haciendo una vez al mes como siempre, salvo en los meses que tengan la letra e o la letra a. Así que deja tus paranoias, deja de comerte el tarro y déjala que se vaya con tu mejor amigo a ese viaje de trabajo durante un mes a las Bahamas a promocionar los productos de la empresa.”

martes, 15 de julio de 2008

Partes del cuerpo II: la barbilla



En este cuadro de Ingres, la diosa Tetis acaricia mimosa la barbilla del majestuoso Zeus para que permita que los aqueos comiencen a perder ante los troyanos para castigar la ofensa que el jactancioso Agamenón ha infligido a Aquiles arrebatándole a su esclava. Una mano de mujer en la barbilla de un hombre tiene muchísimo poder.




La barbilla siempre me ha parecido como el Peñón de Gibraltar, que separa la cabeza europea del cuerpo, siempre un poco más africano. Hay barbillas prominentes como las de los Habsburgo y barbillas neandertales que casi no se ven. A mí me gustan recias en el varón y delicadas en la mujer.
Ahora que estamos en época de igualdades, propongo a la ministra que busque un nombre específico para la barbilla femenina, porque en ella no crece barba. Por ejemplo, la barbilla del varón podría ser el barbillo y la de la mujer la pelona.




A mí lo que me gusta de la barbilla es que, cuando me afeito, no puedo resistirme a la tentación de hacer diseños con el pelo: si me quito de aquí, parezco un mosquetero; si me dejo de allá, parezco un filosofillo. Al final siempre me la acabo rasurando toda: o toda la barbilla mora o toda cristiana.




Las barbillas que más me gustan son las barbillas con hoyuelo a lo Kirk Douglas. Los buenos pintores saben distinguir muy bien la barbilla femenina de la masculina. Algunos rostros de hombres parecen femeninos sólo porque no tienen la barbilla angulosa y recia. ¡Ay lo que darían algunos transexuales por tener una barbilla como Nicole Kidman!

Momentos que me habría gustado vivir

-El encuentro de Moctezuma y Pizarro
-Los últimos días de Sodoma y Gomorra
-La muerte de Héctor
-La erupción del Vesubio en el siglo I
-Las bodas de mis padres
-Mi nacimiento
-Termópilas, Lepanto, Trafalgar
-y, por supuesto, cuando lady Godiva montó a caballo

lunes, 14 de julio de 2008

Derechos del gran simio


Es más fácil mantener el privilegio de unos pocos que el derecho de todos y suele ocurrir que, cuando un antiguo privilegio, como el de la ciudadanía romana, se extiende a todos hasta el punto de convertirse en derecho, deja de tener valor y es como no tener derecho ninguno.

Los derechos humanos eran antes privilegio de unos pocos. Ahora son privilegio del hombre y, por una vez, no sólo estos derechos son efectivos y están garantizados sino que además este privilegio humano es justo: nacen de la dignidad humana y ésta nace de su conciencia, su libertad y del hecho de ser la única criatura, que sepamos, capaz de darse cuenta de todo ello. Por eso, el concepto de derecho es exclusivamente humano. Requiere además tanto esfuerzo e implicación por parte de todos y del Estado que, si comenzamos a extenderlos a los animales, corremos el riesgo de que se desvirtúen y pierdan todo su valor y eficacia.

Defender los derechos de los animales es amar a los animales tanto como al hombre o incluso más. La gran pregunta es: ¿por qué algunos hombres desprecian tanto su propia naturaleza? Si hay que elegir entre la vida de un niño y la de un gran simio, ¿sería aceptable que un gobernante suspendiera el juicio?

Los hombres tenemos el deber ético de no hacer sufrir a los animales porque están más indefensos que nosotros, no porque sean iguales a nosotros en dignidad. Nuestra dignidad se manifiesta en nuestra compasión hacia ellos. Darles derechos es reducirnos a animales y convertirlos a ellos en hombres, lo cual ya sería poca cosa, habida cuenta de lo fácilmente que extendemos a especies inferiores algo que en realidad es tan grande.

Podemos llevar esto al absurdo: ¿por qué dar derechos sólo a los grandes simios? ¿Por qué no también a los pequeños simios y a los delfines y a los loros y a los pájaros y a todo lo que se menea sobre la faz de la Tierra?

domingo, 13 de julio de 2008

El místico perfume

Me vine a la ciudad de Málaga a los cinco años. En el bloque del barrio éramos famosos porque éramos muchos hermanos. Mi padre había levantado una especie de cenáculo en el salón y allí nos reuníamos de noche a rezar el rosario y los siete hermanos nos traíamos allí a rezar a todos los amigos del barrio, que se quedaban un poco a cuadros viendo aquel altarcito en la oscuridad y alumbrado con velas.
Durante esos rosarios, cuando mi padre desgranaba la letanía, yo estaba ya un poco cansado de rezar tanto, así que me fui al cuarto de baño (aclaro que tendría entonces unos seis o siete años) y comencé a echarme todos los potingues de mi madre que me encontré por allí y, una vez embadurnado, intenté quitármelos como pude y regresé como si nada al cenáculo. Estaba yo de rodillas junto a mi padre, aún me acuerdo, y entonces mi padre sintió un perfume especial que inundaba el salón, una bendición mariana que en forma de suave olor descendía sobre su familia y, moviendo la cabeza de un lugar a otro le pareció que era yo quien trasminaba. Yo entonces ya tenía fama de bueno en la familia, no sé por qué, y no quise defraudarlo diciéndole que me había echado todas las colonias del baño y entonces mi padre me colmó de besos y de abrazos y auguró un gran destino espiritual para mí.
Sólo muchos años más tarde, cuando mi padre se estaba muriendo, se lo confesé todo y él me abrazó y se echó a reír y lo que yo creí que había sido siempre una sugestión del carácter milagrero de mi padre se convirtió por obra y gracia de su abrazo en una muestra del profundo amor que me tenía.

Mi infancia

A pesar de mí mismo, que he sido siempre mi mayor problema, yo tuve una infancia feliz. Éramos siete hermanos: seis varones y mi hermana, la mayor, la que aún nos soporta a todos. Vivíamos en un pueblo cercano a la capital, en una casa con cuadra, patio y balcones. En esa casa nací yo, y no en el hospital de la capital como casi todo el mundo. La habitación de los varones era una continua leonera, pero la de mi hermana era un altar de orden y pulcritud que yo admiraba a escondidas, sin atreverme a tocarlo. Quizá por eso, aunque soy tan desordenado, he admirado siempre el orden.
Tener tantos hermanos y tantos amigos y unos padres que nos querían a todos con locura me ha hecho tener una imagen amable del mundo. Siempre he sentido que yo estaba hecho para el amor. No hay recuerdo comparable a los besos de mi madre y no encuentro sensación más plena que aferrarme de niño a las piernas desnudas de mi padre que jugaba conmigo a que era un árbol y yo una ardilla.

Partes del cuerpo I: el ombligo

Esta parte del cuerpo es sencillamente encantadora. Nos recuerda que hemos nacido de otro ser vivo y que vamos a morir. Hay quien dice que Adán y Eva, puesto que no nacieron de hombre y mujer y eran inmortales, no tenían ombligo. Si es así, los ángeles se los tatuaron, porque un ombligo justamente encima de lo que todo el mundo está pensando es un adorno muy interesante que viene además a rellenar un espacio que sin ombligo parecería tan sólo el envoltorio de las vísceras.

Ya no se llevan los ombligos como garbancitos, esos que sobresalen, pero tienen su encanto. Los que son como hoyitos son una hondonada de amor. Ahora está de moda enseñarlos por la calle como soles con rayos

sábado, 12 de julio de 2008

Cosas que pensé que jamás iba a hacer

-Escribir una novela ambientada en la Guerra Civil
-Dormirme en el mejor momento
-Seguir los consejos de mi padre
-Ciertas cosas contra los que años antes había lanzado furiosas catilinarias
-Deporte
-Objeción de conciencia y acabar admirando los valores militares
-Asesoría amorosa
-Afirmar que soy humilde una vez que me llamaron soberbio
-Y otras muchas cosas que no digo porque no me dejan en muy buen lugar

El obispo y yo

Un día nos pusieron a todos los niños del cole en fila en el patio porque venía el obispo a dar una charla. Tenía en las manos varios evangelios de Nacar-Colunga que pensaba regalar al que supiese responder a las preguntas que nos iba a hacer. Nos preguntó, pues, qué cosas importantes hizo Jesús. Ninguno de los niños levantó la mano y yo, viniendo de familia tan religiosa, me sentí obligado a responder. En mi mente infantil recordé pasajes del evangelio: la Magdalena que él salvó de la lapidación, la hemorroísa que él curó, Marta y María, la hija del centurión que él resucitó... Cristo, con todos sus milagros, se me representó de pronto rodeado de mujeres santas y levanté la mano y respondí:: “Que hacía milagros con las mujeres”. Para mi sorpresa, ni los profesores ni el obispo se mostraron entusiasmados con mi respuesta. El obispo me dio de mala gana el evangelio mientras decía: “Bueno, no sólo con las mujeres. Hizo milagros para todos”. En fin, que me lucí.

Cosas que alguien debería haber hecho

-Abofetear a Caifás
-Meter a Fidel en una comuna hippy
-Salvar a Marilyn en el último momento
-Casar a Platón con una serranilla de las del Libro del Buen amor, para bajarlo de las nubes
-Enviar un ejército contra el Turco para salvar Constantinopla
-Abortar a Napoleón
-y, por supuesto, viajar en el tiempo para grabar en vídeo toda la guerra de Troya

viernes, 11 de julio de 2008

Las cuevas




El mito platónico de la caverna eclipsa a veces el profundo erotismo que emana de las cavernas. En una cueva, para resguardarse de una tormenta, Eneas gozó a Dido. En una cueva gozaba Calipso cada noche a Ulises, aunque éste suspiraba en secreto por Penélope. Y en una caverna sagrada de Cibeles, tras una cacería, Atalanta e Hipómenes se enlazaron y Cibeles los convirtió en leones.


Yo no sé qué tienen las cuevas.

jueves, 10 de julio de 2008

Los amigos

Lo bueno de los amigos es que te permiten decir las burradas más espantosas sin que su amistad por ti se resienta lo más mínimo. Hoy he hablado con un amigo de todo, de absolutamente todo, incluso de aquello que yo no había tenido el valor de hablar conmigo mismo. Y de esa manera uno no sólo mata sus fantasmas, sino que encuentra un alma gemela. Lo maravilloso de la amistad es que, a pesar de las muchas divergencias en temas de los más fundamentales que en otra época nos habrían situado en bandos diferentes, uno encuentra una conexión aún más fundamental entre los dos en el afecto con que nos tratamos, en el empeño por invitar el uno al otro a una copa cuando más interesante es la conversación o cuando más los separan sus puntos de vista. Los amigos se lo consienten todo. Eso es lo bueno.

Una niña de doce años y un violador arrepentido

La parroquia del barrio de mi madre está bajo la advocación de santa María Goretti. La llevan unos curas pasionistas que prestan las instalaciones parroquiales para una guardería y, hasta hace poco, para el hogar de los jubilados. Se dio el caso de que los jubilados quisieron esas dependencias para ellos solitos. Quitaron los crucifijos de las paredes y no dejaban a los niños entrar allí para recibir sus catequesis. Después de años de litigios, el juez ordenó que los jubilados entregasen los edificios a la parroquia, su legítima dueña. La prensa local sólo se hacía eco del asunto con titulares de este tenor: "La Iglesia expulsa a los jubilados". En fin, cosas del anticlericalismo.
A lo que iba. El domingo pasado celebraron una misa especial porque era el día de santa María Goretti. Busco en la Santopedia su historia y es realmente preciosa y terrible. Yo no sé cómo las feministas no reclaman para sí a esta muchacha de doce años que murió asesinada por un violador que no consiguió forzarla. Años más tarde, el violador arrepentido le pidió perdón a su madre y asistió a su proceso de beatificación, cuando ya era fraile.
Cuando besé la reliquia de ella que tienen en la parroquia, se me saltó una lagrimita.

Ignacio Sánchez Mejías


Me recuerdo de adolescente leyendo una y otra vez el Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (por cierto, ¿es cierto que este torero fue presidente del Betis?). Era en mi libro de literatura de segundo de BUP. El poema venía acompañado de una foto de Lorca mirando al infinito. Lo leí tantas veces, que aún me lo sé de memoria y cada vez que lo recito me estremece.
La poesía es para mí desde entonces como caerme del caballo y conocer de pronto la Gran Voz, entrar en contacto con lo maravilloso, rescatar lo desconocido, conocerme un poco más pero sin encontrar palabras, porque la verdadera realidad es inefable. El poeta que la alcanza es el bueno.
En esta imagen, Ignacio Sánchez Mejías ante el cadáver de Joselito. Una muerte bonita y un bello doliente.
Luego pasé a una etapa más romántica y me dio por Bécquer. A mí me iba lo grandioso:
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto en vuestras sábanas de espuma,
¡llevadme con vosotras!
Y luego me vino la tontería de querer ser original.
Sólo con taypico años volví a seguir el sendero de los grandes, por si me encontraba algún trozo de estrella que a ellos se les hubiera escapado.

miércoles, 9 de julio de 2008

Los Reyes Magos, la cigüeña y la muerte

Cuando descubrí que mis padres eran Reyes Magos, cigüeñas y mortales, mi niñez dejó de ser felizmente azul e ingenua y comencé a parecerme un poco al que soy ahora.
No recuerdo cuándo me enteré de que los padres asumían durante una noche el papel de Reyes Magos. Lo que sí recuerdo es que, tras el chasco, vino el agradecimiento y ahora les devuelvo todos esos regalos haciendo de Reyes Magos para mis hijas. Cuando ellas me ponen junto al belén tres copitas de anís con tres bombones, me siento como a bordo de un cometa, repartiendo estrellas fugaces por la Tierra.
Los otros dos descubrimientos los recuerdo con nitidez.
Una tarde le pregunté a mi padre ciertas preguntas acerca del nacimiento de los niños y mi padre, mirándome con una sonrisa y acariciándome la barbilla, me explicó en un lenguaje sencillo y cariñoso cómo se hacían los niños. Si me lo hubiera explicado un amigo, no me lo habría creído, por inverosímil, porque me parecía algo muy marciano y aún hoy sigo asombrado de que los niños se hagan así.
Una noche caí en la cuenta de que mis padres se tendrían que morir y todavía se me encoge el corazón. Mi padre ya ha muerto, como él quiso, en su casa y rodeado de sus siete hijos. Una semana antes nos impartió su bendición como un patriarca de la Biblia y nos dio unos consejos que aún nos esforzamos por llevar a la práctica. Menos mal que todavía tengo a mi madre, que no le tiene miedo a la muerte, sino a dejar de vernos. Si no fuera porque tengo hijas con las que me gusta jugar, el niño que aún soy por dentro moriría cuando me quede huérfano del todo.
Ahora soy yo el Rey Mago y la cigüeña y el mortal, cada día más. Si yo no tuviera hijas, sería sólo el mortal.

La perfección del robot

Creo que maduré un poco el día en que comprendí que había problemas sin solución y más aún cuando comprendí que el mayor problema sin solución era el hombre. Ni políticos ni psicólogos ni pedagogos ni científicos pueden solucionar ese problema. Menos mal, porque si tuviera solución, nos habríamos convertido en autómatas.
Sin embargo, no nos resignamos a ser un problema y por eso estamos obsesionados con encontrar el método perfecto, el sistema político ideal, la educación idónea para que todo resulte perfecto. Estamos obsesionados, en fin, con encontrar el superhombre en el supersistema. Pero eso es imposible; hay que aceptar la imperfección. Más aún, hay que amarla. No hay sistema político perfecto: siempre habrá injusticia y crimen y sólo podemos aspirar a que ambos no nos destruyan; siempre habrá fracaso educativo y sólo podemos aspirar a que fracasen sólo los que quieren fracasar.
Todos esos métodos y utopías están condenados al fracaso porque son incapaces de aniquilar a los dos monstruos que más teme el hombre: el dolor y la muerte.
Esa imperfección humana es lo que el cristianismo llama pecado original, lo que los poetas y los místicos llaman pena, saudade, angustia, desasosiego...
Presiento que los imperfectos seres humanos exigen cada vez más la perfección a sus congéneres. El otro día una usuaria del autobús montó en cólera porque el autobús salió tres minutos tarde. La razón fue que el conductor tuvo que bajar a toda prisa a mear en el parque. La usuaria habría preferido que el conductor fuese un robot.

martes, 8 de julio de 2008

Lo que se pierde o se olvida con facilidad

Un, dos, tres, responda otra vez:
-el mechero
-el paraguas
-la gorra
-el boli
-ese papelucho que sacaste de la cartera donde anotaste un teléfono y una dirección de correo electrónico
-el periódico
-los calzoncillos en esa fiesta donde al final todos acabasteis en la piscina
-los deberes que te mandó el profe
-el diccionario de latín
-las promesas electorales
-el enésimo propósito de dejar de fumar
-la vergüenza cuando nos jugamos algo más importante
-ese manuscrito que te regalaron para que le echaras un vistazo
-el poema que escribiste en una servilleta de bar
-las llaves justo el día con más contrariedades

Dicen que uno pierde y olvida pronto lo que no considera importante. Pero no siempre es cierto. Por ejemplo, mucha gente pierde la virginidad pronto y con lo primero que pillan porque creen que no la consideran importante, pero su prisa por perderla le da a la virginidad cierta importancia.

El siderito

Violeta nació el mismo día en que el cometa Granados, en su periplo de cada medio siglo, dejó caer en La Mancha un meteorito con cien quilos de hierro. Desde entonces, a su pesar Violeta ha ido ganando dos quilos por año y hoy, cuando cumple cincuenta años, pesa cien quilos y, claro, el cometa reaparecerá esta noche y será visible en Despeñaperros.
Violeta ha elegido en Despeñaperros su abismo favorito y escruta el cielo con un telescopio, mientras oye en la radio el canal de astronomía. En su bolsillo lleva su cuaderno de razones para vivir, que son tan sólo tres: su canario, que se escapó de la jaula el año pasado; su otro canario (éste de la especie homo sapiens), que la abandonó por otra después del canario; y los zumos de naranja. Pero ¿va a seguir viviendo sólo por los zumos de naranja? No. No quiere llegar a los cien años ni a los doscientos quilos. Así que en cuanto el Granados sea visible en la noche, Despeñaperros recibirá un meteorito humano de cien quilos.
Pero el cometa no reaparece. Al rayar el alba, una tenue lluvia de estrellas bengalea por el horizonte.
-Queridos astroaficionados –dice el locutor de la radio-. El cometa Granados ha muerto. No va a acudir a su cita. Puede haber sido atrapado por la órbita de Júpiter, como se temía, o bien se ha deshecho del todo en contacto con la atmósfera o a lo mejor ha pasado de lejos y no lo volveremos a ver hasta dentro de otros cincuenta años. En cuanto al cometa Watanabe...
Violeta apaga la radio, cierra el telescopio y abre su cuaderno para escribir como mínimo tres razones más para vivir que le duren al menos otros cincuenta años. Y le está costando trabajo encontrarlas.
Así que mejor la dejamos tranquila para que las escriba.

lunes, 7 de julio de 2008

La estrella Arturo

He identificado en el cielo la estrella Arturo. Es una de las más brillantes. Cuando mi abuelo materno murió, mi madre tenía apenas cinco años. En su lecho de muerte, le dijo mi abuelo a mi abuela: "¿Ves sobre aquel cerro aquella estrella? Pues en ella estaré yo que vendré a ver a mis hijos".
Quizá todo eso no sea muy racional, pero es. El amor es la verdad. Y tú y yo sabemos que las estrellas fugaces las hacen los seres queridos para nosotros.
Y para Ana, un beso.

Luna roja

Anoche vi la luna más roja de todo el año y antes de que apareciesen las estrellas, había a su derecha tres astros alineados, que supuse que debían ser tres planetas. Se dio el caso de que más tarde vi una estrella fugaz y se me ocurrió que sería muy hermoso que cada uno, con lo mejor de su cuerpo y lo mejor de su alma, con toda la benevolencia y creatividad de que fuera capaz, añadiendo un poco de poesía y de perfume, pudiera generar en las palmas de sus manos una estrella fugaz al menos en tres ocasiones de su vida y enviarla con un mensaje a quien más lo necesitase, al que está desesperado, a quien no tiene quien rece por él, a quien está muriendo a solas, y entonces la estrella fugaz al caer sobre él lo revistiría de vida y de belleza y de fuerza.
Sí, sería muy hermoso.

Pecados capitales VII: lujuria

Me reservo para el final la lujuria. Supongo que la lujuria no es el deseo sexual, sino el ser dominado hasta tal punto por ese deseo, que uno reduce al otro a mero objeto de placer. La lujuria es como una pantalla en los ojos que hace que uno no vea a doña Estefaldina, sino un par de tetas y un buen culo. Es ver al otro con ojos pornográficos. Hay que reconocer que es muy tentador. Es más cómodo disfrutar sin más de unas tetas que tener contenta a su dueña. Por eso la prostitución tiene tanto éxito.

Todos los pecados capitales surten efectos perniciosos, pero el único efecto de la lujuria es que te puede llegar a dominar. Cuando el sexo no es tu siervo, se convierte en tu señor (algo así decía Chesterton).

La lujuria nos lleva a hacer a veces muchas tonterías: mendigar sexo mercenario en un antro, poner un cuerno sólo para probar una experiencia que en casa nos está vedada, desperdiciar horas preciosas de nuestro tiempo contemplando en la pantalla cómo otro que no eres tú se lo monta mucho mejor que tú, y otras muchas cosas que no se pueden decir.

Pero la lujuria tiene una cosa buena: es muy fácil que el amor la redima y la domestique. Entonces se convierte en una caldera sensual del amor. Mucha lujuria y mucho amor es el secreto de los buenos amantes. Hasta Nacho Vidal les dice a sus compañeras de escena: Quiéreme unos cinco minutos y todo saldrá bien.

domingo, 6 de julio de 2008

Pecados capitales VI: la ira

Contra ira, paciencia. Ayer precisamente discutí de eso con un compañero de trabajo. Me animaba a ser en las clases un poco más iracundo, para que no se me subieran a las barbas. Pero en mí la iracundia surte unos efectos espantosos. Como no suelo cabrearme, cuando lo hago lo hago sin medida, echo sapos por la boca y esgrimo en las manos sendas teas incendiarias. Por eso casi nunca muestro mi ira, aunque me invada por dentro.
A mí me gusta mucho la ira del justo, el legítimo cabreo de quien no puede más con las injusticias de que se le hace objeto y acaba portándose igual o peor que el malo, como Sansón cuando mató a todos los filisteos derribando las columnas.
Siempre hay que intentar que el iracundo no se salga con la suya. El otro día me salió muy bien. Cierta persona de estilo iracundo, que consigue lo que quiere gritando y atropellando, me exigió de malas maneras algo que yo no tenía por qué darle. Le pregunté con la voz más mansa que pude (sí, confieso mi pecado: lo he leído en un manual de autoayuda, cuando aún tenía la ilusión de que yo podía cambiar): ¿Usted me está pidiendo un favor o me está dando una orden?
Y, claro, me tuvo que pedir el favor.

sábado, 5 de julio de 2008

El músculo del arponero

Abro a la derecha de la página una entrada fija para que quien quiera ponga un tópico de los que circulan por ahí y lo arponeemos los que tenemos vocación de arponeros. Un tópico no es un refrán ni una frase hecha, sino una idea hecha que pasa por reflexión personal, original y profunda, pero que no es más que un lugar común. Me pongo a pensar en algún tópico de los que no puse en el Topicario y, hala, a ejercitar el músculo.

El músculo del arponero

Pongo aquí dos o tres tópicos que cazó para mí un médico. Se refieren a los gustos culinarios.

1. Cuando uno dice que le gusta mucho el chocolate o el café, siempre hay quien te dice: Entonces te gustará el chocolate negro sin azúcar ni leche o bien Entonces te gustará el café solo sin leche y sin azúcar. A los que lo toman con leche y azúcar realmente no les gusta el café.

2. A mí me gusta mucho la tortilla de patatas, pero tiene que estar bien hecha.

Nuevo tópico

"La culpa la tienen los padres".

Pecados capitales V: avaricia

Contra avaricia, largueza, me enseñaron en las clases de religión. El vicio opuesto a la avaricia es la prodigalidad, la derrochonería. Me gustan más los pródigos que los avaros. A los pródigos les dedicó Cristo una parábola y se les perdona. A los avaros también les dedica otra y no se les perdona. El avaro convierte el mundo y sus cosas en fin, no en medio. Su objetivo no es usar la cafetera, sino tenerla y su mayor pena es tener que darla en herencia. Lo que él quisiera es labrarse un mausoleo y que lo entierren con todas sus cosas. Los códigos secretos contra los profanadores de tumbas los inventaron los avariciosos. Pero aquí estamos los ladrones de tumbas para quitarles lo que puedan tener de valioso y entregárselo a los vivos para que lo disfruten en los museos.
Conozco un avaricioso que no toma café conmigo si antes no le digo la frase mágica: "Te invito a un café". Sólo es generoso con su tiempo y su conversación, siempre que le llenemos el estómago.
A mí, sin embargo, la única avaricia que me cuesta combatir es la del tiempo. Siempre me tengo que estar diciendo: Jesús, no tengas prisa, dedícale un poquito de tiempo y energía mental a esta persona que está a gusto a tu lado.

Hadas

Quiero pedir aquí disculpas a mi amigo Sergio porque una vez, creyendo que así era yo brillante, alabé a los faunos y las ninfas de la mitología griega frente a las hadas de la mitología del norte. Mi pecado fue hacer el comentario después de que él me mandara unas fotos de un bosque alemán que parecía habitado por las hadas.
Después de leer La ética de los cuentos de hadas, de Chesterton, me he dado cuenta de cuán necio fui con ese comentario. Siempre me han gustado las hadas y mis hijas las adoran. Les he comprado muchísimos libros y películas con hadas y duendes. Son cuentos donde los buenos son buenos y bellos, y los malos son tontos y feos. Así debería ser y así es en el fondo.
Gracias, Sergio, por tus hermosas hadas. Habría dado lo que fuera por pasear por esos bosques al mediodía.

viernes, 4 de julio de 2008

Ayer, en una playa solitaria

Hoy me amaneces dentro y muy temprano.
Y tu íntimo rayo me devora.
Rezumas en mi cuerpo aquí y ahora
que te creía frío y muy lejano.

Gracias por este día de verano,
por esta brisa ardiente donde afloras,
por esta playa donde me enamoran
tus peces de colores en su mano.

Tu rubio sol, oh Dios, en mis espaldas
y en su pecho el mar fresco todavía.
El oro de tu arena al mediodía

y en sus ojos profundas esmeraldas.
Y las altas gaviotas en tu cielo.
Y el agua que gotea de su pelo.

Pecados capitales IV: envidia

Éste es el pecado más tonto de cuantos hay, porque, como todos carecemos de cosas, todos podemos envidiarnos a todos. Es un pecado inagotable. A mí mismo me cuesta muchas veces discernir si cuando critico a alguien, habla en mí la envidia o una justa indignación. La envidia es además muy fácil de disimular. Cuando les digo a los niños, "pon cara de enfado", la saben poner muy bien. "Pon cara de hambre", también lo hacen muy bien. Yo mismo puedo representar con gestos y mímica todos los pecados capitales, menos el de la envidia, porque tiene mucha procesión interna y poco aparato externo.
Por eso el envidioso se esconde a la perfección en las órdenes del jefe, en la crítica del crítico, en el silencio del hermano, en el piropo de la compañera... Decía Séneca que la única emoción que no puede reproducir el hipócrita es el sonrojo. Lo demás lo imita muy bien.
A mis alumnos les digo que la envidia es una mala hierba que crece en el corazón y que hay que arrancarla de raíz constantemente, porque nos hace sufrir y, sobre todo, porque nos hace hacer muchísimas estupideces y fealdades. No por envidiar a la guapa y al rico y al elegante y a la lista vas a ser más guapo, más rico, más elegante y más listo.
La envidia es una gula del espíritu, el perro del hortelano, la castradora de lo bello y de lo grande. Cada vez que presiento que estoy a punto de envidiar a alguien, convierto la naciente envidia en admiración y benevolencia y entonces me siento en paz con un mundo que premia con tanta justicia a los mejores.
Ab imo pectore,
Jesús Cotta

jueves, 3 de julio de 2008

Pecados capitales III: gula


La gula es, sobre todo, fea. Para mí no supone ninguna tentación. Como además ahora se lleva la delgadez al estilo de Auschwitz, no es un pecado que esté de moda. Lo que está de moda es comer sano y frugalmente. Incluso los grandes cocineros tienen la apariencia de comer poco. Nunca aparecen con un trozo de comida entre los dientes, sino con una dentadura limpia que parece que está de adorno.


La gula más espantosa que conozco es la de Erisictón, que fue condenado a un hambre insaciable por haber talado un árbol sagrado. Cuando ya devoró su hacienda, prostituyó a su hija para poder comprar más comida. Al final, después de comerse a su hija, comenzó a comerse a sí mismo. Supongo que empezaría por las extremidades. Yo me lo imagino sentado en un mitológico excusado, cagando y comiendo, comiendo y cagando.


Ahora no está de moda hablar de vicios y pecados, pero ¿cómo llamar si no a eso que nos despoja del respeto a nuestro cuerpo y al otro? Yo he visto personas que admiraba perdiendo la compostura para atrapar antes que nadie esa fruta del frutero o para lanzarse sobre la comida antes de que se reparta. En esos instantes esas personas se convierten en un estómago. Platón diría que su dimensión concupiscible ha dominado su dimensión racional. Se convierten en las yeguas antropófagas de Diomedes.


Por cierto, abomino de esas películas que mezclan la gula con la lujuria. Para mí son categorías distintas. La lujuria se refiere a Eros; la gula no es más que una sucia bestia.

miércoles, 2 de julio de 2008

Pecados capitales II: pereza

Éste es un pecado más simpático y da mucho más gustos que la soberbia, porque hay más ocasiones en el día para no doblar el espinazo que para que te doren la píldora. Apagar el despertador para seguir remoloneando en la cama, dejar la ropa caer al suelo en vez de doblarla, dejar los platos sin fregar...
El Edén y la Edad de Oro, cuando no había que destripar la tierra ni ganarse el pan sudando, cuando las ovejas teñían voluntariamente su lana del color que a uno le apeteciera, son el sueño de todos los que lamentamos vivir en un mundo donde todo se consigue con esfuerzo. Incluso para ganar la lotería hay que comprar un décimo y para eso hay que tener dinero y para eso hay que ganarlo y para eso hay que renunciar a casi todas las cosas que a uno le gustaría hacer a lo largo del día.
La pereza no es precisamente mi pecado capital. Cuando dejo de hacer algo, no suele ser por pereza, sino por desesperanza o falta de motivación o por miedo.
Hay gente tan perezosa, que incluso deja de hacer por pereza lo que más le gusta. Nunca mejor dicho eso de que en el pecado está la penitencia.
Viene muy a propósito este soneto de Manuel Bretón a la pereza.

¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar..., ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

me arrastra bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto... de per...


martes, 1 de julio de 2008

Pecados capitales I: soberbia


Tengo un conocido aquejado de múltiples enfermedades. Sospecho que casi todas ellas son de origen psicógeno. El tipo es tan sumamente soberbio y ególatra, que no le perdona a Dios haberlo hecho feo. Se ha hecho ateo no porque el ateísmo le parezca lo más razonable, sino porque, de existir Dios, debería ser él, no Él.

Siempre se lamenta de que en el mundo cultural en que se mueve no se le reconocen sus muchiiiiiiísimos méritos, de lo poco que se queja para lo muchísimo que sufre, de tal o cual afrenta que servidor y otros le hicimos no sabemos cuándo. Un hombre así siempre está enfadado con el mundo y con la gente.

La soberbia no sólo es una manera miope y tonta de ver el mundo. Es sobre todo la madre de muchísimas enfermedades.