lunes, 2 de junio de 2008

Pudor, belleza y desnudez.

Azorín, a través de Baltanás, o más bien, Baltanás, a través de Azorín, me ha dado un consejo tan sencillo como lúcido: poner una cosa después de otra sin mirar a los lados. Mañana empezaré a aplicarlo.
Hoy quería comentar una máxima de Nietzsche que dice así:
"Con la belleza de la mujer aumenta su pudor".
La interpreto del modo siguiente: la mujer bella se sabe observada, admirada y reclamada y, por tanto, lo que quiere es ser libre y por ello no luce demasiado sus encantos, para que la dejen tranquila los moscones. En cambio, la que no es tan bella tiene que enseñar mucha carne para que se fijen en ella, porque sólo así consigue que la miren.
Los filósofos han hablado muy poco de la ropa. Pero cada uno en su casa le da a la ropa la máxima importancia. ¡Si los espejos hablaran! Yo tengo mi teoría: damos tanta importancia a la ropa porque nos crea la ilusión de que estamos modelando este cuerpo serranito que no hemos elegido. Seguramente, en un mundo de cuerpos perfectos y voluntarios nadie se vestiría, porque cualquier cosa que nos pusiéramos encima sería más fea que la desnudez.

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