lunes, 30 de junio de 2008

Los niños

Los niños pequeños disfrutan mucho y sufren mucho, porque cuando gozan o sufren no existe otra cosa en el universo que su placer y su dolor. Todo es único y definitivo. Hoy mi sobrina y ahijada se puso a llorar como en las mejores escenas del cine cuando vio que me montaba en el coche para irme: no se resignaba a verme desaparecer para siempre. En su rubia cabecita yo soy una categoría única y en presente.
Cuando yo era pequeño y ya controlaba mis esfínteres, me ocurría que me lo pasaba tan bien jugando, que de pronto me daba cuenta de que tenía unas ganas tremendas de orinar y que ni siquiera me daba tiempo a sacarme el pajarito.
La felicidad quizá sea eso: tener en la cabeza una sola sensación, una sola idea, maravillosa, acaparadora, fulgurante, que sólo desaparece por otra mejor y más maravillosa y fulgurante.

domingo, 29 de junio de 2008

Agua y estrellas

La piscina de mi hermano David, el que me hizo la foto que figura en mi bitácora, está en medio del campo. A veces se mete un sapo y hay que sacarlo con red y por la tarde las golondrinas trazan parábolas bellísimas en el aire y se mojan el pico en el agua. Pero lo mejor viene al anochecer, cuando el aire es fresco y el agua atesora aún el calor de la tarde. Todo el campo está oscuro, menos el cielo, que no puede con tantas estrellas. En las piscinas de la ciudad uno no puede bañarse de noche y, además, la noche es de bruma y de farolas, pero aquí en el campo uno agradece a Dios que haya tenido el detalle de dejarnos ver sus astros desde esta cristalina esfera, desde este punto concreto de varios metros cuadrados de agua limpia donde mi hermano y yo hacemos el bestia saltando en pelota picada.
Estar vivo es toda una suerte. Estar hecho de carne y sangre para aspirar a las estrellas y refrescarse en el agua es una experiencia al alcance de cualquiera y por la que merece la pena vivir. Disfrutad, amigos, del verano, aquellos que podáis.

Más poesía y menos pitillo

Cuando he dicho que mis hijas me han pedido que abandone la nicotina el tres de julio, buenos amigos con buena intención y mejor criterio me han aconsejado hacerlo por mí más que por ellas. Pero hacer cosas por mí nunca ha sido mi fuerte. Lo que sí se me da muy bien es dejarme arrastrar por mí, por lo peor de mí: eso explica mi afición al tabaco.
Por eso lo voy a hacer por mis hijas, para no asfixiarme cuando corro con ellas por el parque o por la arena de la playa, para poder llevarla en brazos sin sudar la gota gorda cuando estén dormidas, para no llegar a los sesenta años con un enfisema que me impida disfrutar de mis nietos si los tengo.
De todos modos, sí haré algo por mí, por una vez en mi vida: deporte. Eso sí, no me depilaré las piernas.
A ver si las Musas y las Gracias me visitan estos días con síndrome de abstinencia.

sábado, 28 de junio de 2008

Nuevos tópicos

"Me gustaría haber nacido en otra familia"
Arpón: lo mismo dirán de ti tus hijos.

"La experiencia es un grado".
Arpón: Mira de qué te ha servido tu experiencia.

viernes, 27 de junio de 2008

Estrellas, sol y luna

Con el frescor con que me acoge un árbol,
se esparcen tus cabellos en mi pecho,
mujer de mil calandrias y amapolas.
Te has paseado rubia entre los lirios
y el bosque se inclinaba para olerte
y ponerte una flor en la melena
mientras tú te mirabas en el río.
Me has cargado de frutas y de estrellas
y tus besos me trinan en los brazos
todavía.
Ahora te has dormido, pero yo
¿cómo voy a dormir con tantos pájaros?

jueves, 26 de junio de 2008

Cazadores de ángeles


A mis alumnos les he explicado los riesgos del dogmatismo y del relativismo. El dogmatismo es bueno cuando defiende a ultranza valores que nos hacen a todos dignos y libres: en la defensa de los derechos humanos hay que ser dogmáticos. Pero el dogmatismo se vuelve peligroso cuando afirmamos que el contrario no sólo está equivocado sino que además es malo y que por tanto hay que cazarlo y callarle la boca: no sólo le achacamos el error intelectual, sino la maldad moral.
En cuanto al relativismo, es sano cuando nos ayuda a respetar a las personas por encima de sus ideas y a recordar que el hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre. Pero el relativismo absoluto es tan peligroso como el dogmatismo malo porque, si no hay por encima de todas las opiniones posibles un criterio superior a todas ellas para dar más crédito a unas razones que a otras, entonces se impondrán las opiniones por la fuerza de los hechos, no por la fuerza de sus razones, con lo cual el relativismo se convertirá en el dogmatismo del más fuerte y, para colmo, el débil se queda sin argumentos para combatirlo.
A mis taypico años ya he conocido a dogmáticos malos y relativistas malos de todo signo y puedo asegurar que son todos unos cazadores de ángeles, que quieren callar la boca a quien discrepa, a quien es libre para volar donde quiera. Los quieren cazar, ridiculizar, caparlos para que no tengan hijos o no salgan en la foto. Como ellos no tienen alas, no quieren que nadie las tenga. Con ellos sólo caben dos posturas: esquivarlos como buenamente se pueda o utilizar sus mismas tácticas.
Que se vayan a la mierda.

En cuanto a vosotros, ángeles, volad y, si de paso les echáis una cagadita desde las alturas, mejor que mejor.

Cuando el cuerpo es un objeto. Pigmalión y Laodamía


La terrible realidad es que los cuerpos pueden ser tratados como objetos, como demuestran los cirujanos plásticos y, de un modo más espantoso, los torturadores y mutiladores. Esto nos horroriza porque sentimos el cuerpo como nuestro yo y, por tanto, cuando lo tratan como una cosa que se mide en centímetros y gramos, nos están tratando como a una res.
Leí hace unos días en el periódico que en la costa occidental de Canadá ha aparecido un quinto pie mutilado. Antiguamente, como señal de respeto, se enterraban los miembros enfermos mutilados del cuerpo. Hoy se consideran tan sólo resto sanitario. Creo que es en El quimérico inquilino, de Roman Polanski, donde el prota cuenta cómo le pidió al médico la pierna que éste le acababa de amputar a su padre. El médico le preguntó para qué la quería y él respondió que para enterrarla. Yo le habría respondido con otra pregunta: ¿Y usted para qué la quiere? ¿Para dársela de comer a los perros?
Un consolador es una cosa muy triste. Es amputar a un hombre. ¡Con lo bien que está disfrutar del propietario entero del falo!
Recuerdo ahora el mito de Protesilao y Laodamía, que es comop el de Pigmalión, pero al revés: en el mito de Pigmalión, los abrazos de Pigmalión humanizan la estatua: convierten el objeto en sujeto; en el de Protesilao la estatua es un sustituto de la persona, pero nunca llega a ser una persona.
Protesilao fue el primer griego que murió en la guerra de Troya, porque tuvo la osadía de descender el primero del barco (Aquiles, más sensato, esperó que descendieran primero los valientes). Pidió a los dioses el favor de volver a la vida para estar un tiempo con su recién esposa, que había hecho la misma petición. En ese tiempo, ella confeccionó una estatua de cera igualita que la de su marido. Cuando su esposo volvió a morir, ella se abrazaba cada noche a la estatua, hasta que un día su padre descubrió su delirio y arrojó la estatua al fuego y ella se arrojó a los brazos de la estatua en un abrazo abrasador y así murió. No sé si llegó a pensar que la estatua era el marido o si se suicidó por la vergüenza de que su padre la hubiera descubierto liada con un muñeco hinchable (yo por lo menos no podría soportar el baldón de que me descubrieran montándomelo con una muñeca hinchable).
En fin, las cosas son cosas; las personas, personas, aunque hay personas que se empeñan a tratar como a personas ciertas cosas (el descapotable, el mechón de Lenon...) y como a cosas a ciertas personas.

martes, 24 de junio de 2008

El retablillo de don Cristóbal

Llegó a nuestro instituto Antonio Cabello y ha obrado el milagro de implicar a diez profesores para montar El retablillo de don Cristóbal. Yo hacía de enfermo. Iba con pijama y bombín. Y los alumnos, estupefactos de ver a sus profesores haciendo teatro, aplaudieron a rabiar.
Una de las frases que yo tenía que decir era "Tengo veinte duritos". En labios del director la frase cobraba una expresión y un realismo que a mí jamás se me habría ocurrido.
Estoy convencido de que hay trabajos en los que se aprende a fuerza de práctica, pero en otros no basta la práctica: es necesario un don. Y Antonio tiene ese don.
Gracias, Antonio.

El camionero que amaba a la Virgen


"Por mis cuatro niñas", en letras grandes. Eso es lo que estaba escrito en un lateral de su camión.
Tenía treinta y pico años y era el único camionero sin fotos de tías en pelota. Comía con otros camioneros en los bares de carretera, pero no eructaba sonoramente ni frecuentaba esos locales que se suelen llamar "El conejo de la suerte".
Su madre siempre dijo que era demasiado delicado para ser camionero, pero no lo bastante listo como para ser ingeniero. Nunca se le dieron bien los estudios.
Su único vicio era el tabaco y, por supuesto, Polonia.
Una vez al mes la empresa lo mandaba con el camión a Polonia. Cuando tenía tentaciones, besaba su medalla de la Virgen y, a medida que se acercaba a Cracovia, tenía que besarla muchas veces, porque su perdición eran las polacas.
A veces los besos a la medalla no bastaban y era entonces cuando entraban en escena las rubias prostitutas de cierto barrio.
Unas horas después, acudía a la primera iglesia que veía y explicaba con palabras y gestos muy contritos su pecado. Y como los pecados son siempre los mismos aunque se puedan decir en todas las lenguas de Babel, el cura le daba la absolución.
Cuando el camionero llegaba con el alma limpia a su casa y sus cuatro niñas lo besaban y su mujer lo miraba como mira una mujer, se le hacía un nudo en la garganta y se prometía a sí mismo que le diría a su jefe que no lo mandara más a Polonia.
Pero ni se lo dijo nunca al jefe ni, si se lo hubiera dicho, el jefe habría renunciado a sus servicios.
Así que tiene en España cuatro hijas y una mujer, y en Polonia algunas prostitutas agradecidas porque paga bien y varios curas estupefactos, uno de los cuales se ha apuntado a clases de español en el instituto Cervantes de Cracovia.

La portada de mis vírgenes


El otro día una alumna mía, que en mi clase de cultura clásica hemos bautizado como Afrodita, se dio cuenta de que yo era escritor porque vio a una mujer en el autobús leyendo un libro mío de no sé qué vírgenes.
Me puse muy contento porque alguien me había dicho que la portada de Las vírgenes prudentes, al contener un desnudo, disuadía a más de uno a llevar el libro por la calle. A esta señora ese hermoso desnudo no la disuadió.
Siempre me ha parecido que Ana y Jabo, de Mono Azul, dieron en la tecla con la portada de mi novela. Los diseños de sus libros son estupendos, pero el de mi novela me parece todo un hallazgo. Tengo un alumno tan encantado con la portada, que ha hecho un dibujo libre y bonito a partir de ella.
Gracias a Mono Azul.

lunes, 23 de junio de 2008

Eros, esa fiesta de los sentidos


Las fiestas se organizan para celebrar algo más grande que ellas: un nacimiento, un reencuentro, el descubrimiento de una vacuna o la victoria en el Mundial.

Después de la fiesta quedan los despojos, el confetti pisoteado y pegajoso y la resaca. Pero todo eso da igual, porque ya hay vacuna, trofeo o niño nuevo: lo que motivó la fiesta sobrevive a la fiesta.

Sin embargo, hay fiestas que se organizan sólo por el gusto de la fiesta. La fiesta por la fiesta es además algo muy posmoderno: el arte por el arte, la acción por la acción, el sexo por el sexo... A Dios le han salido muchos sustitutos.

Aunque lo malo de la fiesta por la fiesta es que tras ella sólo quedan resaca y despojos, las fiestas son tan divertidas, que siempre acabamos celebrando una porque sí, sin pensar en el antes o en el después, porque a veces surgen de ahí nuevas amistades, polvos de oro o alguna idea genial. La fiesta está hecha de personas y las personas hacen esas cosas, pero eso es más un mérito de la fiesta que de las personas.

Eros es también una fiesta. El sexo por el sexo es lo bastante interesante como para tenernos engatusados toda una vida, pero no lo bastante pleno como para tenernos contentos. Eros, aun sin amor, siempre es fascinante. Algunos, muy pocos, son señores de ese Eros sin amor y lo utilizan a su antojo, como don Juan o Dalila; y los demás son sus esclavos y descienden a los tugurios por él, pagan por él o se dejan vampirizar y cortar la melena por don Juan y Dalila.

A los que no nacimos para donjuanes ni dalilas, nos conviene ser señores de Eros, no esclavos, y eso sólo es posible si nos hacemos esclavos de alguien más grande que Eros, alguien cuyo nombre está desgastado y desprestigiado: el amor. Follar para amar, no amar para follar. Ésa es la consigna. Así además se folla más y mejor. Sólo así a la fiesta del cuerpo que es Eros le corresponde dignamente una fiesta del corazón y del espíritu. La fiesta de los sentidos se convierte en la fiesta del hombre.

domingo, 22 de junio de 2008

Puritanismo

En la Edad Media no había puritanismo. Los pecados de la carne eran entonces sanos y brutotes. Un mozo labriego retozaba con una moza en un pajar, mientras el burro montaba a la burra. No había sex shops ni porno internáutico ni se decía eso de que hay que probarlo todo. A las naturalezas sanas no les hacen falta tantos estímulos. Se disparan pronto y bien.
El puritanismo llegó muchos siglos después y, cuando creíamos que había muerto, ha llegado una ola de puritanismo laico. Algún día os hablaré de él.

Dios o la materia

La nada no existe, pero no es imposible. Muchos confunden su inexistencia con su imposibilidad. Así pues, como habría sido posible que nada hubiese, la eterna pregunta sin respuesta es por qué hay algo.
Me hago estas preguntas porque estoy leyendo un libro titulado "¿Dios o la materia?", de Áltera, donde un tal Soler Gil y un tal López Corredoira, ambos físicos y filósofos, defienden respectivamenta la tesis del teísmo y la del materialismo ateo y conversan sobre cosmología, sobre la racionalidad del cosmos, el principio antrópico, los universos posibles...
Dios o la materia. He aquí la cuestión.

sábado, 21 de junio de 2008

LA FOTO DE MISHIMA


http://jesuscotta.blogspot.com/2008/06/yukio-mishima-y-san-sebastin.html

Cártama, mi pueblo


Yo nací en Cártama, concretamente, en la Estación de Cártama. Allí viví mis cinco primeros años de vida, los más felices. Aún recuerdo el día en que mi hermano Alfonso y yo montamos un belén viviente en el cuarto de baño, el lugar que a mí me pareció el más limpio y apropiado de la casa. El niño Jesús estaba en el bidé y el ángel de pie en la lavadora. Para nuestra extrañeza el público que vino a vernos se rió mucho y nos felicitó poco.
Siempre he dicho con mucho orgullo que soy de Cártama, pueblo romano, con su ermita y su castillo. Todavía sueño con mi casa del pueblo y con mi barrio, entre limonares y naranjares.
La concejal de cultura de Cártama, Rosa Porras, y el alcalde, me invitan cada año al concurso de relatos que convoca el ayuntamiento. Yo soy jurado y me encanta repartir los premios, junto con Pablo Aranda, otro escritor malagueño. Lo preparan todo con ilusión y profesionalidad y me enorgullece que mi pueblo premie la creación literaria.
Desde Sevilla, un saludo a mis paisanos.

viernes, 20 de junio de 2008

Tatuaje y piercing

Y ya que estoy hablando del cuerpo, ahora le toca el turno al piercing y al tatuaje. Esto tiene que ver con la concepción que el hombre tiene de sí mismo. Cada hombre se percibe como un sujeto, no como un objeto. Por eso los hombres no se decoran, sino que se visten. Los objetos se decoran porque su masa no tiene derecho a decidir qué es: eso lo decidimos nosotros. Pero los sujetos se visten porque su masa es su cuerpo, la manifestación material de nuestro yo, algo digno que no es objeto ni decorativo: pertenece al yo y por eso se cubre. Por eso, resulta extraño en Occidente convertir la piel en un cuadro, en un tapiz, en plumas de pavo real. Ver una piel tatuada y horadada produce el espejismo de estar viendo una cosa, no una persona. Hay que reconocer que el espejismo es interesante, pero también inquietante.

miércoles, 18 de junio de 2008

Cuando el corazón no sabe qué quiere

Recuerdo haber tenido y tener muchas veces la sensación de querer entablar relación con alguien, ser su amigo, decirle algo, pero no saber qué decir ni cómo empezar. El corazón se dirige a esa persona antes que la cabeza, pero como uno está educado para que el corazón no haga nada sin permiso de la cabeza, se pierden así muchas conversaciones interesantes, muchas amistades.
Como los niños son menos complicados y más naturales, se hacen amigos unos de otros sin buscar excusas verbales. Están en el parque y consideran natural el juntarse para jugar, aunque no se pregunten el nombre ni empiecen a hablar del tiempo.
Anoche mi hija mayor tuvo ese sentimiento. Después de sus oraciones, cuando iba a despedirme, me retuvo con la mano y me dijo: Te quiero preguntar algo y no sé qué. Era su manera de decirme que no me fuera, que me quedara allí un poquito, que le dijera algo y la abrazara.
En el amor, en la familia y en la amistad, nace y crece esa parte nuestra que se siente desamparada, que quiere sentirse querida y apreciada, el corazón sin necesidad de ser controlado por la cabeza.
Si yo viviese solo, si no tuviera a nadie a quien decirle "quédate aunque no sé para qué ni sé qué decirte", me temo que recurriría a falsos dioses, como la droga o el amor pagado, allí donde uno tenga la ilusión de ser querido y feliz, aunque cueste salud y dinero.

martes, 17 de junio de 2008

Entono la palinodia

Tiene razón Lola en su comentario a mi entrada de Orfeo y las mujeres. No fue Orfeo quien intentó violar a Eurídice, sino Aristeo. Yo creía haber leído en algún lugar una de esas versiones aberrantes y únicas (a las que soy aficionado, como esa de que Penélope se acostó con todos los pretendientes y engendró de todos ellos a Pan) según la cual era Orfeo el violador. Pero esa versión no la encuentro en ningún lugar. Gracias, Lola, por tu aclaración.

Indoeuropedo

Hay actos corporales que no merecen palabra que los nombre. Por ejemplo, no hay una expresión específica para las bajadas y subidas de la nuez varonil en la garganta, ni para los movimientos que hacen algunos con su bíceps para que la chica despampanante que tienen ahí tatuada se mueva eróticamente. Los hablantes no los consideran actos lo demasiado relevantes como para darles nombre específico. Sin embargo, el pedo tiene nombre en todas las lenguas, porque es un acto relevante.
En indoeuropeo la raíz es al parecer "pezd". En latín dio pedo y en griego περδομαι (pérdomai, en voz media reflexiva). No conozco el sánscrito y el germánico antiguo para poder contrastarlo. Aristófanes se inventa incluso un verbo: ανταποπερδομαι (ant-apo-pérdomai: responder a un pedo con otro).
Disculpad que hoy esté tan escatológico, pero me libera mucho a veces hablar de lo que a todo el mundo le da asco o vergüenza. Me parece una cura de humildad y de humanidad saber que los antiguos europeos eran como nosotros y hacían lo mismo que nosotros.
Si los seres humanos no realizasen ese acto tan gaseoso, serían mucho más soberbios, se creerían ángeles, despreciarían la tierra, donde todo se pudre y huele mal. Siempre sospeché que los pitagóricos tenían prohibido comer habas porque son flatulentas, vaporosas como las almas, y, claro, como ellos creían en la reencarnación, no les parecía adecuado expeler almas por detrás.
En fin, los pedos son señal de salud y de vida. Como decían mis abuelos: culo con viento, médico hambriento.

lunes, 16 de junio de 2008

Sentimientos que yo no sabía que tenía

Últimamente estoy llorón. Hace un tiempo mi hermano David me envió el siguiente vídeo de youtube:
http://es.youtube.com/watch?v=_tWnFNDAZ1c
Y me puse a llorar como una Magdalena. Mis hijas me preguntaron qué me pasaba y no supe qué decirles.
También me ocurre con la música del órgano, con los poemas de Pedro Sevilla, en la colección Paréntesis, con los poemas de Hopkins, con las nanas de la cebolla de nuestro Miguel Hernández. Se podría definir el carácter de un hombre estudiando las cosas que le hacen llorar. En fin, debe ser que tengo taypico años.
Un abrazo, amigos.

domingo, 15 de junio de 2008

Los niños, cuando no leen libros de niños

De todos los libros que les he comprado a mis hijas, adecuados a su edad y todas esas cosas que hacemos los padres culturetas, el que más les gusta es un libraco que pesa un quintal y que tiene todas las viñetas de Mafalda. Lo malo es que la mitad no las entienden y me andan preguntando: Papá, ¿qué es psicoanálisis? ¿Qué es la ONU? ¿Qué significa mamá frustrada?

A mí me pasaba lo mismo cuando niño. Me gustaban los libros que leían los grandes. Bastaba que entendiera un diez por ciento de lo que decían, para que me lo acabara leyendo. Aún me recuerdo impúber leyendo Sinuhé el egipcio y fascinado con Nefernefernefer. Sólo con treinta años descubrí que era una prostituta y no sólo una mujer muy bella que Sinuhé visitaba. Es curioso que ese libro, que quizá hoy no leería, me marcó mucho más que otros libros objetivamente mejores, sólo porque lo leí a edad muy temprana e impresionable.

Creo que quizá sea esa la razón por la que siempre me ha costado tanto escribir un libro para niños: no sé muy bien qué les interesa a los niños por más que les pregunto. A ellos les interesa todo lo que puedan entender.

Orfeo y las mujeres

Ahora que la corrección política impone que, más que otras personas, las mujeres y los homosexuales reciban toda nuestra solidaridad y apoyo, me he encontrado con un mito griego que enfrenta a estos dos grupos y lo c0nsigno aquí porque me gusta poner en aprietos a la corrección política. Se trata de lo mal que llevan muchas mujeres el hecho de que tantos hombres (hombres de buen ver, hombres de cierta edad, hombres de ciertos ámbitos...) las abandonen o las ignoren, atraídos por el homoerotismo.
Orfeo estaba persiguiendo a Eurídice para violarla, pero a ésta le picó una víbora y murió. Orfeo descendió a los infiernos para rescatarla y allí sorteó con su excelsa música todo tipo de riesgos y monstruos y obtuvo de Hades el privilegio de llevarse a Eurídice de regreso a la luz, con la condición de que Orfeo no mirara hacia atrás durante el camino de regreso. Pero Orfeo miró hacia atrás y Eurídice regresó a los infiernos de donde aún no ha salido (la mujer de Lot se convirtió en estatua de sal por mirar hacia atrás, pero la de Orfeo volvió a morir no por mirar hacia atrás, sino porque Orfeo miró hacia atrás. Al menos así se librará de que Orfeo intente violarla de nuevo).
A lo que voy. Después de esto, Orfeo se cansó de las mujeres, a las que les da por morirse, y se dedicó a los hombres. Era la suya una homosexualidad intelectual, lo cual no excluye la corporal. Los hombres dejaban las armas en la puerta y se reunían con él y él les explicaba cómo comportarse en vida para sortear en el más allá los peligros que él tuvo que sortear. Las mujeres estaban muy enfadadas, porque Orfeo les robaba a los hombres que era lo que a ellas más les gustaba, lo que las hacía madres y atractivas. Para colmo, Orfeo no se contentaba con quitarles hombres, sino que además no les revelaba cómo salvarse en el más allá, lo cual era como decir que las mujeres no son humanas o no tienen alma. Así que ni cortas ni perezosas, las mujeres agarraron las armas de aquellos hombres y les cortaron las cabezas (las de arriba).

sábado, 14 de junio de 2008

¿Qué es lo mío?

Es una pregunta que me he hecho siempre. Todos tenemos claro qué cosas son nuestras y cuáles no, pero luego resulta difícil definir por qué eso es mío. ¿Porque lo uso? ¿Porque lo he adquirido con mi esfuerzo? ¿Porque nací con ello? ¿Porque me lo han dado? ¿Es mío lo que tengo sin haber hecho nada por lograrlo? ¿Es mío lo que todo el mundo considera mío aunque no me lo merezca?
Un amigo mío define lo mío como aquello que puedo destruir. ¿Incluye eso el derecho a decidir también el valor de lo que pretendo destruir? ¿Puede ser mío un pájaro sólo porque lo he comprado? ¿Tengo derecho a enjaularlo? ¿Puedo castrar al gato sólo porque es mío? ¿Deben ser las cosas como son o deben ser lo que sus propietarios decidan? ¿Puedo vender mis derechos?
Siempre la misma discusión: o el hombre es la medida de todas las cosas o las cosas, al menos algunas, tienen un valor independientemente del hombre.
Por ejemplo, el cuerpo. No se me ocurre nada más mío. Y sin embargo, ni me lo he procurado ni lo he elegido. Se acepta que cada cual con su cuerpo puede hacer lo que se le antoje y por eso la ley no prohíbe la cirugía estética. Sin embargo, está prohibido comerciar voluntariamente con nuestros órganos y nuestra sangre, porque eso supondría tratarnos como reses, atentar contra la dignidad humana.
Cuando era niño y hacía castillos en la arena, a veces los destruía para que no los destruyeran otros o las olas y así demostraba que aquel castillo era mío y a la vez me daba el gustazo de destruir, porque todos llevamos un monstruito dentro. Sin embargo, las hormigas no eran mías y de pequeño me entretenía a veces en destruir sus hormigueros, cosa de la que me arrepiento mucho ahora.
¿Es mío mi bocadillo cuando soy el único que tiene comida en la Balsa de la Medusa? ¿Cuántas maldades se me pueden permitir contra los malos que me quieren arrebatar la propiedad?

Al final acabo concluyendo siempre lo mismo: si no tuviéramos propiedades, no podríamos ser generosos con ellas. Por tanto, es necesario y bueno tenerlas y que la ley las proteja, pero más necesaria es aún la ética personal, que nos debe llevar a tratar las cosas con respeto, no sólo porque tienen un valor natural o ecológico, sino sobre todo porque tienen un valor humano: o bien las han creado los hombres o bien pueden beneficiarse de ellas otros hombres.

viernes, 13 de junio de 2008

Yukio Mishima y san Sebastián

Durante un tiempo me dio por leer a Yukio Mishima. Es un autor que hay que leer, al menos según mi experiencia, antes de los cuarenta años. Me suelen gustar los novelistas de buenas obras y vida más bien aburrida, pero Mishima tiene buenas obras y una vida de lo más interesante. Formó un cuerpo militar que pretendía recuperar el espíritu del samurái. Estaba obsesionado con el honor, la potencia física y la muerte. Luchó contra la debilidad de su cuerpo haciendo culturismo y se hizo fotografiar como un san Sebastián desnudo, musculoso y herido.

Yo he sentido muchas veces también esa llamada a contrarrestar mi endeblez con el ejercicio. Pero me temo que entonces acabaría en el narcisismo. Debe ser muy difícil tener un cuerpo diez después de mucho dolor y no regodearse contemplándolo en el espejo y mostrándolo en las playas.

¡Ay el cuerpo, el cuerpo!

jueves, 12 de junio de 2008

Literatura con etiquetas

Literatura femenina. Literatura cristiana. Literatura gay. Literatura comprometida. No me interesan las literaturas con etiquetita, porque en ellas suele ser más importante la etiqueta que la literatura y la gente suele leerla no por el gusto de leer, sino para confirmar su mundo y su ideología.

La literatura es la libertad. Los que escriben con la etiqueta en la frente son malos escritores. Y los que leen con las gafitas ideológicas, peores lectores.

martes, 10 de junio de 2008

Cuando nos inventábamos idiomas

Cuando éramos niños, mi hermano Alfonso y yo nos entreteníamos en inventarnos idiomas, que consistían tan sólo en dar a cada letra un sonido diferente para que el español sonara a otra cosa. Recuerdo un idioma de mi hermano donde casi todas las palabras acababan en "eus" y a mí aquello me parecía muy eufónico. Un día ya no se nos agotó la inventiva y recurrimos a nuestro hermano David, que tendría unos cinco años. Mientras lo pelaba mi madre, le preguntábamos:

-¿Cómo se dice en tu idioma la "C"?

Y él, que no tenía muy claro que debía sustituir un fonema con otro, respondía algo así como: "Turriconcún".

Y Alfonso y yo hartándonos de reír.

-¿Y cómo se dice la "a"?

Y él: Lisoporrupla.

Total, que al final, para decir algo tan sencillo como casa, se tardaba una eternidad:

Turriconcunlisoporruplachindasvintolisoporrupla.

Sueño infantil

Recuerdo incluso el día en que lo tuve. Tendría yo no más de cuatro años. Soñé que yo era un jinete y montaba a caballo y desde una colina contemplaba con aire misterioso mi pueblo, que aparecía transfigurado por esa luz azul misteriosa de los sueños y un poco gris a la luz del alba. Yo me sentía un hombre, regio y solemne, portador de un terrible secreto, aunque el que montaba a caballo era un niño. Guardo ese sueño con una nitidez impresionante, que siempre me deja el regusto de que aquello fue una revelación, una visión, una visita, y no un simple sueño.

Anduve todo el día sumergido en la sensación de ese sueño y, a veces, cuando estoy escribiendo, resurge en mí ese jinete y entonces me salen las mejores páginas.

El puntillo y la gana

El puntillo y la gana son dos medidas populares.
PUNTILLO: el grado o momento exacto de intensidad, difícil de conseguir y más aún de mantener. Aplícase normalmente a placeres individuales, como la bebida y el sexo. Vg: "Yo bebo hasta conseguir el puntillo y ahí me mantengo" o "No hay nada mejor que el puntillo que uno se da". Todo el mundo sabe qué es el puntillo, pero no se puede definir numéricamente. No hay puntillómetros.
GANA: medida para definir el apetito de hacer algo. Suelen ser muchas o pocas. Vg:
-¿Cuántas ganas tienes de hacer esto?
-Muchísimas ganas.
No es lo mismo no querer hacer algo que tener ganas de no hacerlo. En el segundo caso la negativa es mucho mayor. Tener gana y media de hacer algo significa "Me apetece, pero no tanto como para levantarme del sofá".
Los psicólogos opinan que son dos medidas subjetivas. Sin embargo, todo el mundo las entiende como objetivas. Cuando dos individuos coinciden en tener muchas ganas de hacer algo juntos y juntos consiguen el puntillo, repiten.

domingo, 8 de junio de 2008

Fases de la sexualidad masculina

Pueden ser estas cuatro:
1. Príapo (de 1 a 10 años): el niño está fascinado con ese juguetito que tiene vida propia.
2. Afrodita (de 10 a 20 años): lo importante ya no es el juguetito, sino las sensaciones que con él se consiguen.
3. Eros (de 20 a 30): lo importante ya no es sólo procurarse las sensaciones, sino compartirlas, abrirse al otro. Es entonces cuando se descubre que las caricias de otra persona son mucho más interesantes y estimulantes que las propias.
4. Amor (de 3o en adelante): lo importante es el polvo enamorado, la donación de lo mejor del cuerpo, lo más tierno del corazón y la benevolencia de la voluntad.

Lástima que estas cuatro fases no vengan siempre en orden lógico y cronológico, sino como a ellas les da la gana.

sábado, 7 de junio de 2008

Adiós al moderador

Pues tiene razón Baltanás en su comentario a mi intervención anterior. Así que he eliminado la moderación de comentarios y la verificación de palabras. Lo uno y lo otro tendría sentido si mi bitácora fuera visitadísima y yo tuviese muchos enemigos. Pero no ocurre lo uno ni lo otro.
A mí mismo, cuando visito una bitácora y deseo dejar un comentario, me fastidian las pequeñas dificultades que se me presentan y al final acabo no haciendo ninguno.
Por cierto, ¿a alquien se le ocurre una palabra en español en lugar de post? No lo digo por purismo, es que es una palabra incómoda y tiene el problema de que no sé cómo decirla en plural: ¿posts, postes, post?
Ex corde,
Jesús Cotta

viernes, 6 de junio de 2008

Maños

En una comida con amigos criticaba yo indignado que la homosexualidad fuera delito en Cuba. Y mi amigo Pablo, el maño, me dijo: "Es que con lo buenas que están las cubanas, ¿cómo no va a ser delito?"
Me gusta la gente así, con más humor que ganas de pelear.
A propósito de maños, he leído en cierto libro el milagro de Calanda y luego he buscado información por la red.
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=2821
En pocas palabras, en el siglo XVII, un mozo aragonés, natural de Calanda, perdió una pierna en un accidente y se la amputaron y se la enterraron (me gusta ese respeto por los restos humanos; ahora se consideran simplemente restos orgánicos, y no partes de una persona). Le dieron permiso para pedir en El Pilar (por cierto, no es esa una mala manera de regular los mendigos: así al menos no se pelean los mendigos entre sí por llegar antes a su puesto de pedir) y todos lo apreciaban porque era bueno y devoto de la Pilarica. Todos los días se untaba de agua bendita la pierna que le faltaba y una mañana se despertó con la pierna puesta. El asombro de toda Zaragoza fue tal, que se convocaron testigos y se produjeron investigaciones hasta que aquello se declaró oficialmente milagro.
Para milagros, los de los maños. Y lo demás son tonterías.

miércoles, 4 de junio de 2008

Matando un poco a Platón

Platón es un señor, pero en exceso aplasta. Hay un Platón dentro de mí que me ha propuesto como modelos ideales el buen profesor, el buen padre, el buen escritor... Y como nunca me acerco ni de puntillas a esos modelos, me he sentido muy frustrado. Pero una compañera de filosofía me abrió los ojos con esta sencilla frase:
"El ideal aplasta la vida".
Así que últimamente ando matando modelos. Prefiero a los modelos los valores como el amor, la generosidad, la comprensión. Ellos son en la lejanía estrellas que me guían, mientras que los modelos son personas maravillosas que me aplastan y que, para colmo de males, no existen.

martes, 3 de junio de 2008

Miguel Hernández y Onán

Sólo Miguel Hernández es capaz de expresar con tanta belleza, tanta rotundidad y profundidad una experiencia que los demás mortales se callan porque no hay manera digna de expresarla.

Ya se desembaraza y se desmembra
el angélico lirio de la cumbre,
y al desembarazarse da un relumbre
que de un puro relámpago me siembra.
Es el tiempo del macho y de la hembra,
y una necesidad, no una costumbre,
besar, amar en medio de esta lumbre
que el destino decide de la siembra.
Toda la creación busca pareja:
se persiguen los picos y los huesos,
hacen la vida par todas las cosas.
En una soledad impar que aqueja,
yo entre esquilas sonantes como besos
y corderas atentas como esposas.

lunes, 2 de junio de 2008

Pudor, belleza y desnudez.

Azorín, a través de Baltanás, o más bien, Baltanás, a través de Azorín, me ha dado un consejo tan sencillo como lúcido: poner una cosa después de otra sin mirar a los lados. Mañana empezaré a aplicarlo.
Hoy quería comentar una máxima de Nietzsche que dice así:
"Con la belleza de la mujer aumenta su pudor".
La interpreto del modo siguiente: la mujer bella se sabe observada, admirada y reclamada y, por tanto, lo que quiere es ser libre y por ello no luce demasiado sus encantos, para que la dejen tranquila los moscones. En cambio, la que no es tan bella tiene que enseñar mucha carne para que se fijen en ella, porque sólo así consigue que la miren.
Los filósofos han hablado muy poco de la ropa. Pero cada uno en su casa le da a la ropa la máxima importancia. ¡Si los espejos hablaran! Yo tengo mi teoría: damos tanta importancia a la ropa porque nos crea la ilusión de que estamos modelando este cuerpo serranito que no hemos elegido. Seguramente, en un mundo de cuerpos perfectos y voluntarios nadie se vestiría, porque cualquier cosa que nos pusiéramos encima sería más fea que la desnudez.

Los pájaros de la creación

Llevo dos años liado con una novela de ciencia ficción, de la que ya he hecho dos versiones, una por año y ambas fallidas. Y como a la tercera va la vencida, me doy este verano una última oportunidad y, si no lo consigo, secaré la higuera, porque no da fruto.
Es una auténtica tortura china tener muchas cosas que contar y muchos personajes que las hagan, pero no saber cómo organizar todo eso. Ya lo he probado todo: lluvia de ideas, dejarme arrebatar por las musas, fichas ordenadas por secuencias... y no consigo dar a luz.
Prefiero no pensar a qué dedicaría tantas energías mentales si yo no escribiera.
Un amigo mío psicólogo me dice que necesito compensar mi exceso mental con ejercicio corporal. Así evitaría uno de mis principales defectos: vivir en las nubes para luego darme un atracón de cuerpo que me sienta muy mal.
Mientras tanto, aquí sigo en las nubes de la ciencia ficción, a ver si cazo de una maldita vez uno de esos benditos cien pájaros y así al menos tendría uno en la mano.

domingo, 1 de junio de 2008

Cuchibambo

Cuando veo que se me pierden los alumnos con mis explicaciones de filosofía, me esfuerzo por poner ejemplos y, cuando no se me ocurre ninguno, recurro al cuchibambo. Me lo inspiraron unas Musas muy poco creativas cierta vez que no sabía cómo explicar la crítica de Hume al principio de causalidad. Supongamos que en cierta ocasión nos regalan una mascota de la especie del cuchibambo. Durante ese día le damos un paseo, un baño, le damos de comer... y de madrugada le da un síncope. Vamos, pues, al veterinario y éste nos pide un informe pormenorizado de lo que hemos hecho con el cuchibambo a lo largo del día. Cuando le detallo la dieta que le he dado a la infeliz criatura, el veterinario se indigna: "¿Tomate? ¿A quién se le ocurre darle tomate a un cuchibambo? El tomate para él es mortal".
Si antes no veíamos la conexión causal entre el tomate y el síncope del cuchibambo, después de ir al veterinario nos parece tan evidente como la que existe entre el cianuro y la muerte, lo que muestra, según Hume, que la conexión causal no corresponde a ninguna impresión sensible, sino que es creada por nuestra mente.
El cuchibambo me saca de muchos apuros, pues no sólo puede ser una mascota, sino una dimensión del espacio desconocida aún por nuestros sentidos, la cuchibambez; los cuchibambos han sido a veces unos indígenas de la selva o el nombre que se da en ciertas lenguas a un número a un mueble. En fin.
Todo esto viene a que unas alumnas mías, encantadas con mis cuchibambos, me han solicitado solemnemente que les dibuje uno antes de fin de curso. Y ahora estoy en un terrible aprieto: ¿cómo puedo dibujar la Cuchibambez en Sí, con lo mal que dibujo y con lo inaprensibles que son los cuchibambos? Si algún alma imaginativa puede sacarme del apuro, se lo pagaré en cuchibambos.